Por: Juan Soregui Vargas.
Supongamos que Usted, estimado lector, desea invertir en la construcción de su casa familiar. Lo primero que tiene que hacer es evaluar sus condiciones económicas y luego escoger el lugar donde va a construir.
Con su propia experiencia o con el apoyo de un profesional, Usted tiene que evaluar el terreno, la estructura de éste, si tiene facilidades para su desagüe, si tiene instalaciones de agua potable, de energía eléctrica y si hay acceso para comunicarse con centros de abastos, postas médicas u hospitales.
Una vez realizada esta evaluación que no sólo será para el presente, sino para el futuro; usted diseñará su casa: en tal sitio la sala, en tal lugar el ambiente de estudio, en tal parte la cocina, luego el comedor, los dormitorios, los baños y espacios para juegos y descansos. Es decir, ordenará su casa de acuerdo a su gusto y las condiciones del terreno.
Si tiene mayor cantidad de recursos económicos, entonces usted pondrá una bodega, un bar, un hospedaje y para esto tendrá también que tener en cuenta la evaluación del ambiente y el económico y el social es decir sus relaciones con la vecindad. Una vez realizada todo esta evaluación desde el punto de vista social, económico y ambiental, usted puede pensar en vivir tranquilo, con comodidad, con dignidad, pero, consignando en el proyecto de vida futuros imprevistos a largo y mediano plazo.
Desgraciadamente este ordenamiento que describimos es bien difícil de realizar por falta de recursos económicos y por negligencia, o por esa mala costumbre de vivir desordenados. Y, lo más grave de esta mala costumbre es que se arrastra a otros niveles más grandes cuando se trata de los pueblos o ciudades o áreas de cultivo o de utilización de tierras para diferentes actividades, creando un caos terrible. Este desorden hemos observado en todas partes de nuestro país y especialmente en la localidad de Iquitos, de las grandes localidades del departamento de Loreto, de los alrededores y de las zonas denominadas rurales, combinando una serie de actividades, destruyendo suelos, bosques, aguas y sin saber utilizar adecuadamente las áreas.
En esta última década hemos asistido a un proceso de cambio o de intento de cambiar esta costumbre no sólo vecinal, sino gubernamental y empresarial, mediante la generación de conocimientos y tecnologías apropiadas, en primer lugar para evaluar la situación actual de las tierras y aguas, y en segundo lugar para proponer un ordenamiento del oikos o casa en que vivimos.
A este proceso se le denomina Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) que consiste en dividir o sectorizar un espacio geográfico, país o región, en unidades pequeñas para estudiarlo y evaluar sus potencialidades o limitaciones. En este caso son analizadas, como sucede en el ejemplo de la casa en construcción que pusimos, las características físicas, biológicas, sociales y económicas, para luego sugerir opciones del uso sostenible de tal o cual zona. Un sector de este espacio puede tener muy buenas condiciones para un cultivo, pero puede ser malo para la construcción de una vivienda; otro sector puede ser malo para actividades agropecuarias, por la mala calidad de los suelos o la lejanía a los mercados, pero puede tener muy buenas opciones para la actividad recreacional o turística por la belleza de paisajes. Esto, puede ser reportado en un trabajo de ZEE.
Como en el ejemplo relatado al principio de la nota, en este caso, la ZEE es un instrumento de información y consulta sobre las características físicas, biológicas, sociales y económicas de un territorio, es un instrumento de planificación para la formulación de planes de desarrollo en el campo y en las urbes. En resumen es la base para los procesos de ordenamiento y acondicionamiento territorial que tanto necesitan nuestras ciudades y nuestros campos de la selva amazónica. No podemos, como en el caso de la casa que queremos construir, construir nuestro desarrollo, si no conocemos las potencialidades y limitaciones de nuestro territorio.
A pesar de su importancia la voluntad política de la mayoría de las autoridades de la selva ha sido muy poca en años pasados. Hoy, en día sin embargo, se observa un incremento pequeño de solicitudes a las diferentes instituciones que realizan esta actividad moderna de zonificación para ordenar nuestro territorio.
Uno de los principales grupos que lidera esta actividad es de aquellos integrados por científicos y técnicos de diferentes estamentos de la Amazonía peruana, particularmente los del programa PROTERRA del Instituto de investigaciones de la Amazonía peruana, que enmarcados en la norma que crea la comisión nacional para el Ordenamiento Territorial Ambiental, vienen trabajando en diferentes lugares del Perú, como ha ocurrido en el departamento de San Martín, Madre de Dios, Amazonas, provincia de Tocache, el VRAE, entre otros.
El trabajo de campo es difícil, con muchas dificultades por la geografía, por las lluvias, por el cambio de los parámetros del clima, por ausencia de una logística moderna como existe en otras partes del mundo. Sin embargo, estos muchachos científicos y técnicos logran muestrear lo propuesto en la mesa del laboratorio y gabinete y presentan resultados que esperamos sirvan para ordenar las actividades de agricultura, de forestal, de turismo, de acuicultura, de otras especializaciones como lo han hecho los gobernantes chinos. Es cuestión que nuestras autoridades entiendan que es para beneficio de todos los que habitamos esta selva aún de pie.
En este año, el equipo que realiza estas labores de zonificación ecológica económica, tendientes a ordenar el territorio, viajarán a una zona bien conflictiva. El valle de los ríos Apurímac y Ene, más conocido como el VRAE. En este sitio desplegarán todas sus habilidades para concretar un documento que sirva como base fundamental para el desarrollo sostenible de esa zona. Uno de los métodos que utilizan, de la información satelital y modernos equipos de teledetección, es el de trabajar en forma participativa con las poblaciones, en lo que se llama un desarrollo endógeno, de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera.
Este programa genera trabajo en el proceso a una centena de personas directa e indirectamente, especialmente a estudiantes y egresados de biología, de agronomía, de ecología, de ambiente, de informática y los capacita permanentemente conjuntamente con las autoridades y vecinos líderes de los pueblos donde se trabaja. El programa propone no sólo este trabajo, sino abre un futuro muy promisorio para muchas personas de la urbe y del campo aplicando en forma ordenada los espacios que dispone, como sucede en el ejemplo que dimos al inicio de la nota.