- Que pese a los muchos presidentes nacionales, regionales y alcaldes; sigue sumido en pobreza.
Ayer, como en todo el Perú, muchos electores loretanos acudieron a las urnas a depositar su voto, confiados en que la nueva autoridad nacional mejore en algo la calidad de vida de esta región siempre olvidada del desarrollo nacional por una serie de aspectos.
Esperanzados en que esta vez sí serán atendidos para contar con pronta conectividad a la costa, conectividad energética que lleve a desarrollar industria en la región y por lo tanto fuentes de trabajo para una juventud desesperada que no sabe qué hacer ante la falta de una oportunidad laboral.
Sí, esperanzados porque como se dice, la esperanza es lo último que se pierde. Y pese al maltrato y olvido descomunal de las diversas autoridades elegidas antes del Bicentenario de la Independencia del Perú para con Loreto; el pueblo sigue renovando cada cierto período la esperanza que él o la elegida, mejorará la realidad en la que se vive siempre.
Un acto democrático sin duda. Aunque muchos también acuden para luego no pagar la multa, no hay que olvidar que en Perú la votación sigue siendo obligatoria.
De otro lado. La pobreza, como muchos piensan, no está solo al interior de la región. Está en nuestras narices, pero para muchos, como que ya es una situación normal y hasta turística puesto que los que visitan Iquitos, quieren caminar entre la pobreza de Belén.
Pobreza y contaminación ambiental que se percibe mayormente cuando bajan las aguas del río, como viene ocurriendo en estos momentos. Caminar por la primera cuadra de la calle Ucayali y caminar por el puente de concreto ahí ubicado, basta mirar a ambos lados para comprobar la pobreza que rodea a muchas familias.
Los niños en un día hábil y lleno de luz, deberían estar conectados a sus tablets, celulares de sus mamás o mirando el programa aprendo en casa. Mas no es así. Ellos juegan con globos como si fuera un fin de semana, otros más allá ayudan a sus mamás en las tareas domésticas.
Los que gustan “volar”, se desplazan hasta el fondo del puente, hasta la caseta de un servicio higiénico que hace años construyó Petroperú. Ahí se sientan a jalar las sustancias que los aísla de la vida que les ha tocado vivir. Cuando despiertan nuevamente sienten la vida en carne viva y así su existencia es un carrusel, entre estar y no estar presente en su realidad.
No queda más que esperar que la nueva autoridad nacional, elegida por mayoría, se digne a mirar y empezar a amar esta Amazonía que es tan bondadosa con todos. Aunque el mundo y su propio país, se muestre más de una vez, muy cruel con ella. (LMHL).










