Nuestra Amazonía

– INVOCACIÓN: Para quienes puedan estar interesados

Por: Gabel Daniel Sotil García
Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP

Nuestra Amazonía, región hermosa, maravilla de nuestro planeta, germen de diversidad de vida y culturas, antaño remanso de paz y aún fuente de misterios; asiento de grandiosos pueblos, hijos del bosque. Pueblos, poseedores de una milenaria y gran sabiduría provista a sus shamanes por la propia Sachamama;  pueblos que fueron capaces de mirar al bosque con respeto y adoración, que se percibieron cual semillas germinadas en las entrañas del fértil suelo de bajiales, tahuampas y restingas, pero que hoy son mancillados, agredidos y destruidos.

Nuestra Amazonía, de sagrados y añosos bosques irrespetuosamente deforestados; de prodigiosos ríos y cochas contaminados; de flora y fauna al borde del colapso; de suelos horadados y degradados con la mayor impunidad, tan solo para satisfacer prosaicas ambiciones.

Nuestra Amazonía, de grandiosas potencialidades pero de frustrados sueños y esperanzas. Incomprendida, traicionada y entregada al pillaje por quienes deberían defenderla. Destruida por quienes, con voracidad insaciable, solo quieren sus recursos para aumentar su poder y riqueza.

Nuestra Amazonía, ignorada, a pesar de su grandeza, por los gobiernos nacionales, que solo la  conocen en los mapas que adornan sus oficinas; marginada y desconocida por la propia sociedad peruana, que aún la percibe solo como un inmenso y verde emporio de riquezas materiales pero sin presencia humana. Peor aún, desconocida por sus propios hijos, quienes nunca fueron educados en su  conocimiento y comprensión para amarla y defenderla.

Nuestra Amazonía, víctima de la avaricia y el facilismo. Ultrajada por las ambiciones mercantilistas de mercaderes corruptos y corruptores, que no tienen más dios que el dinero; quienes solo valoran el oro, la madera, el gas, el petróleo y cuanta riqueza natural yace en sus entrañas, extraídos sin importar sus consecuencias sociales y ecológicas.

Nuestra Amazonía, abandonada por sus autoridades a las ansias saqueadoras, depredantes y cómplices del poder político-económico, avalado por la indolencia encubridora de funcionarios permisivos que anteponen los beneficios de prebendas personales.

Nuestra Amazonía, que alberga instituciones que deberían velar por su integridad, pero que callan en español, ikitu, shipibo, tikuna, wampis, awajún, bora, yagua, asháninka, katsakati, maijiki, muniche y cuanto idioma fuera creado por el esfuerzo milenario de nuestros pueblos originarios, cuando la agreden y tergiversan su esencia forestal.

Nuestra Amazonía, ignorada también por sus propios profesionales que deberían haber cultivado un férreo compromiso con su conocimiento, comprensión y defensa de su ser forestal, pero que prefieren ponerse al servicio de poderosos intereses anti amazónicos, cuando la oportunidad es propicia.

Nuestra Amazonía, región en donde vienen entronizándose, progresivamente, la indiferencia, el conformismo, la dependencia, el facilismo, el cortoplacismo, y cuanto lastre psicológico nos arrastra al inmovilismo individual y social, que nos impide ver la trascendencia que tiene hoy para los intereses de supervivencia  de  la humanidad.

Sí, desde esta Amazonía portentosa, remanente de arcaicos tiempos constructores, ornamento de nuestra Tierra y esperanza planetaria, quiero invocar a quienes aún tienen posibilidades de amar a su propia región; a las nuevas autoridades recientemente elegidas, a los profesionales, en especial al magisterio, y a todos los que hoy disfrutamos de sus bondades, que pongan en su mente y su corazón esta hermosa palabra: AMAZONÍA.