No al vandalismo político

  • Urge retomar el diálogo regional:

 

Por: Adolfo Ramírez del Aguila.

Docente de secundaria

 

La Casa del Maestro era un verdadero campo de batalla campal. Las sillas volaban y los heridos se regaban por todos lados. En las redes sociales en vivo, se lanzaba la noticia de un posible muerto y que se escuchaban tiroteos por todos lados.  Un noticiero de un medio nacional, reportaba falsamente que una asamblea de maestros había terminado en una bronca, dando mal ejemplo a los estudiantes.

Fue una noche sobresaltada y de violencia política lo que se vivió el pasado jueves 15. En circunstancias que transcurría el debate en una asamblea del Frente Patriótico de Loreto (FPL) en la Casa del Maestro, los ánimos se caldearon y la violencia de grupos enfrentados, convirtió a la reunión en una zona de guerra al estilo Medio Oriente.

La agenda única era definir si el FPL se plegaba o no al Paro Regional del 22 de setiembre, medida de lucha convocada por  la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP-Loreto). Había dos claras posiciones: unos a favor del paro y otros en contra. Y antes que se sometiera democráticamente a consulta la decisión, como es normal en toda organización democrática, los bandos empezaron a enfrentarse con insultos, empujones y golpes a tal punto de que un grupo hizo correr al otro en una verdadera cacería de enemigos para  destruirse mutuamente, olvidando que eran loretanos a pesar de su naturales diferencias.

Lo que sucedió entonces, es el grado de violencia que le estamos poniendo irresponsablemente a nuestra agenda política. La luna de miel entre nuestro gobernador y las organizaciones sociales como la CGTP selló su final en ese enfrentamiento violento. De ahora en adelante, primará seguramente la intolerancia de ambos lados. El gobernador loretano hace rato dejó de recibir a los dirigentes para dialogar sobre sus pliegos de reclamos que en todo país democrático se da entre las autoridades y el pueblo organizado. Los dirigentes ya se cansaron de exigir al gobernador que cumpla con su promesa de ponerse del lado del pueblo y sus reales necesidades.

Con este tipo de enfrentamientos, la política regional, está en una situación de emergencia. El señor Fernando Meléndez, elegido para dirigir esta región, empieza a perder totalmente el timón de la conducción política, y se cierra peligrosamente a toda instancia de diálogo con el pueblo y sus fuerzas vivas, poniéndose a espaldas de los ciudadanos que le llevaron democráticamente al poder. Graves problemas como el encarecimiento del gas y los productos de primera necesidad, los nuevos derrames de petróleo, la desatención a las necesidades históricas de nuestros hermanos nativos, la deforestación de nuestros bosques  intangibles, el abandono de la educación, la desnutrición infantil, la inseguridad que mata, la economía regional en quiebra, la corrupción regional de ayer y de hoy, entre otros graves problemas, son realidades que están a la deriva sin visos de solución en el mediano y largo plazo.

El enfrentamiento innecesario de nuestros líderes políticos y sociales nos pone en un verdadero callejón sin salida. Nuestra región exige a sus autoridades y líderes sociales que se vuelvan a sentar en la mesa de la concertación y el entendimiento, para retomar el camino de la auténtica democracia como único camino de la búsqueda de las soluciones para atender los graves problemas pendientes, que no dan para más.

Contra todo pronóstico, el Paro del 22 transcurrió civilizadamente, los ánimos se apaciguaron y los líderes mostraron mucha responsabilidad en su conducción. Esperemos que ese camino de la paz social termine en el necesario entendimiento fruto del diálogo civilizado y responsable, por el bien de nuestra región.

Que en esta hora de definiciones para construir el camino del diálogo, prime la sensatez y el raciocinio, no el griterío y tampoco el vandalismo para superar nuestras diferencias. Hagamos derroche de civismo y ejemplo para nuestras jóvenes generaciones que están atentos no tanto a lo que decimos, sino a lo que hacemos. Como aquel padre que le dice un día a su hijo: –“Hijo mío, fíjate bien por donde andas”; a lo que el hijo le contesta: –“No padre, tú más bien fíjate bien por donde andas porque yo sigo tus pasos”. ¿Queremos una juventud violenta a nuestra imagen y semejanza? no lo creo.

Que el Dios de la historia, creador que hace llover sobre buenos y malos, nos devuelva la paz necesaria para que con la cabeza fría y el corazón en paz, retomemos los caminos de la confrontación civilizada y no del enfrentamiento como si fuéramos enemigos a muerte. Se hace urgente que perro, pericote y gato, se unan nuevamente en el plato de la conciliación regional, para devolverle a nuestro pueblo sufrido un poquito de paz. Basta ya de enfrentamientos inútiles. Se busca un San Martín de Porres que una a nuestros líderes.

Que el príncipe de la paz, Cristo Jesús, nos devuelva las ganas de seguir luchando juntos contra el enemigo verdadero de esta región: el hambre y la miseria, la desnutrición infantil y el desempleo, la violencia familiar y la deforestación de las grandes empresas, la contaminación que mata pueblos y el tráfico de personas, la corrupción que quita un pan al pueblo pobre y otras tantas realidades que impiden nuestro verdadero progreso. ¡San Martincito de Porres, ruega por nosotros! Amén.