Era como un secreto a voces. Se sabía siempre, pero se calló también, siempre. Desde los lugares más humildes, pasando por espacios académicos y llegando hasta los rimbombantes escenarios de la farándula mundial, el tema de las violaciones sexuales, de los acosos laborales sexuales, de los chantajes sexuales; siempre anduvieron por ahí entre voces, murmuraciones, pero, nadie se atrevía a denunciarlo por diversas razones, más que todo negativas para la víctima y la gran posibilidad de salir airoso el agresor por parámetros sociales y la doble moral imperante.
Si algo tenemos que reconocer a las organizaciones feministas, es justamente su valentía de gritar a los cuatro vientos estos y otros abusos del poder masculino. Costó lágrimas, sangre, desapariciones, desprecio, campañas de desprestigio, etc. Sin embargo, en el tiempo muchas mujeres armadas de valor tras las voces protestantes de otras y con las armas legales que las protegen, hoy por hoy, incluyendo hombrtes, salen de su silencio y denuncian los abusos sexuales.
Y sucedieron en las iglesias, en las casas familiares, suceden en las universidades, en los colegios, en los centros laborales, este flagelo y uno de los peores males sociales venido desde muchos años atrás. Cuánto sufrimiento para mujeres, adolescentes, niñas y hasta bebés. Esto es terrible. Y tenemos que seguir sobreviviendo en medio de tanta maldad hacia el prójimo. Y cuán comprensible es el pedido de pena de muerte para los violadores, lo que nos lleva a presentes reflexiones jurídicas y la revisión de contenidos religiosos sobre quién da y quita la vida.
Cuántas voces están denunciando, cuántas voces preferirán callar por una herida profunda que el tiempo no borró, pero que una lenta recuperación han permitido sobrellevar la vida, cuando todo parecía llevar la muerte en vida. Pero alentamos a los que han decidido denunciar y hacerlo público para sacar eso que quema dentro y hacer justicia con todo el peso de la ley.
En nuestra sociedad iquiteña también se tejen historias en voz baja, sobre casos de familias donde el padre era el que abusaba de las hijas antes de entregarlas en matrimonio, o casos de padres que embarazaban a la hija y esto nunca se denunció y la criatura pasó a ser parte de la familia sin hablarse más del asunto, hasta reconocido por el propio padre. Y muchos otros casos más.
En otro escenario como lo describe nuestro laureado escritor Mario Vargas Llosa, el caso de Harvey Weinstein, “eminente y multimillonario productor de cine, ganador de todos los premios habidos y por haber, a quien cerca de medio centenar de mujeres, muchas de ellas jóvenes actrices tratando de abrirse camino en Hollywood, han acusado de aprovecharse de su poderío para violarlas o someterlas a prácticas indignas”. Se puede ser un gran creador y al mismo tiempo una inmundicia humana que atropella y maltrata al prójimo, sugiere el escritor. El agresor está recibiendo su merecido y podría quedar sepultado en la cárcel. “Ni Una Menos, Ni Una Más”.