Hemos ingresado al décimo mes del año que tiene la característica de devolvernos la esperanza en diferentes temas tanto de la ciudad, región y país, porque es el mes conocido como “morado”, como se le describe también a la devoción por el “Cristo de Pachacamilla”.
Es también denominado como el “Señor de los Milagros”, que parte del hecho del terremoto que ocurrió en Lima y justo la imagen de un Cristo en la pared no fue averiada a pesar del fuertísimo remezón que ocasionó el fenómeno natural.
Luego surgieron testimonios de milagros que se venían luego de pedidos a la imagen del Cristo que soportó el movimiento de la tierra, y así va surgiendo la veneración al también conocido como el “Cristo de Pachacamilla”, que a lo largo de muchos años y hasta la actualidad es un referente de fe.
La gran espiritualidad que se enmarca en esta historia ha trascendido fronteras y en muchos lugares del mundo tanto peruanos como latinoamericanos le rinden honores por lo que ha significado y está presente en sus vidas en los momentos de angustia, dolor y alegrías.
Y como decíamos en este mes del Cristo Morado en alusión al color con el que estaba pintada la imagen que no destruyó el terremoto, son también días reflexivos y de pedidos al Señor, como que nos haga el milagro de que se terminen los conflictos sociales en el país.
Tenemos que pedir que las autoridades de turno en general se acuerden de sus ofrecimientos y cumplan, ya que por esas promesas emitimos nuestro voto la mayoría de peruanos en los diferentes niveles de gobierno y gobernantes elegidos, mediante elecciones libres.
Pedimos y rogamos al Cristo de Pachacamilla que nos haga el milagro de que no se siga repitiendo el mismo modelo, que gobierno tras gobierno, hacen, pues critican a la gestión que sale para entrar a hacer lo mismo y hasta peor, porque la corrupción está generalizada y necesitamos de líderes que con firme carácter apueste por un sólido gobierno como manda la ley.
Por supuesto, que pedir también el milagro de que la ciudadanía organizada y preparada ponga los ojos en las instancias gubernamentales para hacer seguimiento a lo que pasa y develarlos públicamente, así como usar los mecanismos democráticos que tenemos a la mano. La fe mueve montañas.