Raúl Cornejo Coa
La guerra de Chile contra Perú y Bolivia, conocida también como Guerra del Pacífico, es un pasaje de la historia republicana del Perú que se refiere al conflicto internacional que se produjo entre los países mencionados en el periodo de 1879 a 1883. Uno de los personajes que tuvo una decisiva participación en tal contienda, por su accionar estratégico en la guerra, nobleza y generosidad, así como por su impecable trayectoria personal y política, fue Don Miguel María Grau Seminario, declarado Héroe Nacional del Perú y reconocido a fines del siglo pasado como “El Peruano del Milenio”.
Las causas de la guerra se debieron inicialmente a desavenencias limítrofes entre Bolivia y Chile desde la década de 1840. Más adelante las relaciones diplomáticas entre Perú y Chile se tornaron tensas por el control económico y comercial de los puertos del Pacífico Sur. Al llegar la década de 1870 se descubrió el valor del salitre, una mezcla de nitrato de sodio y nitrato de potasio que se utilizaba principalmente como fertilizante natural y también para la elaboración de compuestos químicos.
El salitre abundaba en los yacimientos ubicados en terrenos desérticos de la provincia de Tarapacá que pertenecía al Perú y la provincia de Antofagasta que anteriormente era parte del territorio de Bolivia. El yacimiento peruano era el más rico y representaba más del 50% de este recurso y su extracción se encontraba a cargo de manos peruanas, en cambio Bolivia decidió ofrecer parte de su explotación a Chile y el resto a capitalistas de Inglaterra.
En 1873, Perú y Bolivia firmaron un tratado de alianza defensiva de carácter secreto, sin embargo el gobierno chileno no tardó en enterarse, por causa de las debilidades de la diplomacia peruano-boliviana. En 1878 el presidente boliviano Hilarión Daza, decidió gravar con un impuesto de diez centavos por quintal al salitre explotado por la Compañía de Salitres de Antofagasta. De inmediato los empresarios chilenos acudieron a su gobierno para solicitar apoyo ya que sustentaban que el acto del gobierno de Bolivia atentaba contra un tratado de 1874 con el que se acordó a no incrementar los impuestos a las empresas chilenas entre los paralelos 23 y 25 por un periodo de 25 años.
El presidente chileno Aníbal Pinto, asumió la causa no como un asunto entre una empresa y un gobierno, sino como un conflicto entre dos estados y en las tratativas con Bolivia este último país se negó a anular el impuesto y por el contrario ordenó el embargo de las exportaciones y el arresto del administrador de la empresa, por lo cual Chile decidió ocupar militarmente el territorio de Antofagasta el 14 de febrero de 1879. En medio de esta crisis el Perú decidió intervenir diplomáticamente y ofreció su mediación en el conflicto, enviando al diplomático Antonio de Lavalle, sin éxito. Finalmente el 5 de abril de 1879, Chile declaró oficialmente la guerra al Perú y Bolivia.
La primera etapa de la guerra fue la campaña marítima, desarrollada en las aguas del Océano Pacífico. El objetivo de la flota chilena fue bloquear el puerto del Callao y liquidar a la escuadra peruana. El 21 de mayo de 1879 se produjo el combate de Iquique, enfrentándose por el lado peruano la fragata blindada “Independencia” y el “Monitor Huáscar” y por el lado chileno “La Esmeralda” y la “Covadonga”. En este combate el “Huáscar” comandado por Miguel Grau hundió a la nave chilena “Esmeralda” y rescató a sus náufragos demostrando su generosidad, asimismo el Perú perdió a su mejor fragata “Independencia” que encalló durante la persecución a la “Covadonga”.
Durante los meses siguientes Miguel Grau al mando del “Huáscar” logró apresar varios transportes chilenos, cortar las comunicaciones telegráficas y bombardear algunos puertos. De ese modo el “Huáscar” se mantuvo como “La muralla móvil del Perú”, como lo señala Jorge Basadre. Sin embargo, al amanecer del 8 de octubre de 1879 cerca de la punta de Angamos, Grau avistó a la escuadra chilena conformada por seis naves que con el transcurrir de las horas empezaron a rodearlo. Ante la superioridad numérica, Grau decide que la corbeta “Unión” se separe y proceda a retirarse y se dispuso a enfrentar solitariamente a la poderosa división naval chilena.
Estando en el fragor de tan desigual combate y siendo las nueve con cuarenta de la mañana un proyectil disparado por el “Cochrane” impacto en la torre de mando del “Huáscar”, ocasionando la muerte del Contralmirante Miguel Grau. Durante cerca de dos horas la nave peruana resistió heroicamente tomando el mando sucesivamente el Capitán de Corbeta Elías Aguirre y el Teniente Melitón Rodríguez, quienes también cayeron muertos. Además el Capitán de Fragata, Melitón Carbajal, fue gravemente herido, mientras se ocupaba de dirigir el fuego en la torre de artillería. Luego el Teniente Primero Pedro Gárezon, ordenó abrir las válvulas para hundir la nave y evitar que cayera en manos enemigas, sin embargo esta operación no se pudo concretar y el “Huáscar” fue capturado por los chilenos.
Era tal el prestigio ganado por la estrategia y caballerosidad de Miguel Grau, que inclusive su muerte fue muy sentida por los adversarios, como lo testifica el parte de guerra formulado por el Comandante en Jefe de la Escuadra Chilena, Capitán de Navío Galvarino Riveros Cárdenas, en el cual escribió: «La muerte del Contralmirante peruano, don Miguel Grau, ha sido, señor Comandante General, muy sentida en esta escuadra, cuyos jefes y oficiales hacían amplia justicia al patriotismo y al valor de aquel notable marino». Al día siguiente se celebraron las solemnes honras fúnebres en honor a los muertos del monitor «Huáscar», asistiendo el Ministro de Guerra chileno don Rafael Sotomayor acompañado del General en Jefe, Erasmo Escala, y su corporación de oficiales.
Tras la derrota sufrida en Angamos y la muerte del insigne e ilustre “Caballero de los Mares”, Don Miguel Grau Seminario, nada impedía que Chile dominara el mar e iniciara la campaña terrestre, produciéndose enfrentamientos en Pisagua, San Francisco, Tarapacá, Alto de la Alianza y Arica. Luego vendría la campaña sobre Lima con las batallas de San Juan y Miraflores, continuando con la resistencia en la sierra conocida como la campaña de la Breña (1882-1883) con las batallas de Pucará, Marcavalle y Concepción, así como la batalla de San Pablo y la de Huamachuco . Las acciones bélicas concluyeron al firmarse el Tratado de Ancón el 20 de octubre de 1883.