“Una simbiosis engendrada en épocas de campaña, donde el ofrecimiento desmedido en plazas o cualquier espacio público valida una posición verbal cuyo mensaje sabe que no es cierto e imposible de cumplir, y también sabe que el público está dispuesto a escuchar y asimilarlo como cierto”.
Es el texto que nos transmite el economista Roger Grandez Ríos en una de sus últimas publicaciones y que nos parece acertada en el punto del ofrecimiento que realizan los dos candidatos en la segunda vuelta presidencial, aunque reflexiona por una salvedad.
“Pero ese populismo desbordante, en la práctica, no es del todo malo; pasa con los programas sociales: como el de distribuir alimentos para las poblaciones de mayor vulnerabilidad, una educación especializada para jóvenes con talento y con escasas opciones de financiar una educación de calidad, un sistema de seguro de salud dirigido para sectores sociales con bajos niveles de ingresos, y la entrega de dinero focalizada no contributiva y condicionada con salud y educación.
Con sus imperfecciones todas, pero están contribuyendo a construir un país menos desigual, y en el fondo, entregando oportunidades para superar las taras de la pobreza. Hoy, y en plena campaña que define la elección presidencial, se anuncian y divulgan propuestas populistas y demagógicas, como el de distribuir el 40 por ciento del canon (minero e hidrocarburos) asignado a las regiones productoras para entregar directamente a las poblaciones en su área de influencia”.
Esto manifiesta “bajo el paradigma que los gobiernos sub nacionales (regionales y locales) son incapaces de ejecutar inversiones en su totalidad (a pesar de sus enormes presupuestos asignados y transferidos por la explotación de los recursos naturales, su ejecución es bajo).
También la influyente corrupción existente en el manejo de los recursos públicos, con una percepción ciudadana que la corrupción es generalizada y en aumento al interior de las instituciones. A mayor presupuesto por canon por la industria extractiva, la brecha social y económica sigue presente, y el descontento social continúa caliente en suelo rural y urbano”. Mientras esperamos que la conflictividad social no llegue.
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