Hemos vivido la experiencia de distintos gobiernos y de distintos partidos políticos y siempre estamos siendo testigos que los gobiernos de turno pasan a hacer y ser “más de lo mismo”, respecto a su antecesor. Obviamente que ello resulta decepcionante.
Si bien el presidente de la República viene dando muestras de querer hacer las cosas lo mejor posible, su peor problema es la decisión que tomó respecto a varios de los ministros de Estado como es de conocimiento, debate y recriminación pública.
En esta parte, nomás recordemos que durante la campaña electoral dijo que buscará a los mejores cuadros profesionales que están en las provincias de todo el país para ocupar cargos importantes y de toma de decisiones técnicas, ya que la línea política a favor de los intereses nacionales ya estaba trazada.
Sin embargo, está sucediendo más de lo mismo con los cargos públicos y personas que no tienen las características deseadas para las responsabilidades de alto nivel de gobierno, y todo por colocar a personas ligadas directamente a su agrupación política, contradiciendo su anuncio de convocar a los mejores cuadros técnicos con que contamos en el país.
Lo que se tiene que retomar es el concepto de que las autoridades una vez elegidas y asumir su responsabilidad ante la ciudadanía, se convierten en autoridad para toda la población a la que representan sea distrital, provincial, regional y nacional, y tienen la libertad de poder convocar a las personas indicadas y que cumplan con los perfiles que se requieren para los cargos.
Se percibe esa distorsión en el tema de la gobernanza y peor todavía, de mirarse como enemigos entre las agrupaciones políticas, cuando se trata de formar equipos de trabajo donde el objetivo sea impulsar el desarrollo equitativo y en igualdad de oportunidades entre los ciudadanos y las empresas.
Pareciera algo romántico, pero no es un tema puramente técnico, si es que fuéramos respetuosos de las leyes, que tenemos muchas y muy bien elaboradas, y otras a las cuales urge modificarlas porque fueron dadas con mañas y trampas, justamente para el interés nacional, y más bien protege intereses de grupos que solo pasa acá en Perú, porque en países como Estados Unidos no hubieran dejado pasar semejante majadería, por decir lo menos.
La libre competencia en verdadera y respetuosa libertad, y con las reglas claras para todos sin favoritismos amañados, es una aspiración a la que debemos apuntar llegar. Ojalá la actual gestión nacional pueda dejar algunas bases sentadas en ese sentido. Y que la ciudadanía esté más activa y crítica porque también somos un poder reconocido en la Constitución Política del Perú, y falta empoderarlo dentro las posibilidades que brinda el sistema democrático. Seguro se lograría importantes cambios.