Cuando más cerca estemos de las fiestas de diciembre la delincuencia aumentará su actividad, ya no solo en las áreas críticas ya conocidas, sino en todo Iquitos.
Ayer fueron conocidos tres asaltos, de los cuales damos cuenta en la presente edición. Hoy sábado para los asaltantes será una nueva jornada, algunos lo harán a mano armada, con arma blanca o de fuego, sin faltar los arranchadores de celulares y carteras, escaladores y ladrones de domicilios, entre otros especímenes de la vasta fauna de pandilleros nacionales, regionales y extranjeros.
Algunos de nuestros lectores observarán que en la semana nos ocupamos, por lo menos dos veces, de este tipo de cosas, desagradables por supuesto, porque esto debía sea materia para los diarios de la prensa amarilla, de la crónica roja.
Pero los nuestro no va por la preferencia que las actividades delincuenciales sean plato preferido, sino, nuestra preocupación es que no se ve nada, absolutamente nada efectivo de parte de nuestras autoridades, policiales y políticas, para erradicar de nuestra ciudad a tanto indeseable que anda suelto, o en el menor de los casos disminuir los niveles de inseguridad que vive nuestra población.
A eso vamos, a persuadir a quienes tienen esa responsabilidad, a que desplieguen un trabajo real, efectivo, que se vea y que se sienta, que la población perciba nuevos aires en su ciudad, que le devuelva la confianza de salir a la calle sin el temor de ser asaltado o de volver muerto a casa.
Y no vamos a cejar en nuestro propósito de exigir a quienes corresponda, mayor seriedad y eficiencia en las labores que les han sido encomendadas por el Estado y por el Pueblo. Solo cuando las calles estén limpias de delincuencia, podremos pensar en pasar una feliz Navidad. Mientras tanto, no.