- Vive tristeza y remordimiento por hecho ocurrido en laguna de San Juan Bautista.
El sentimiento de culpa consume a Mónica Iñapi, una madre destrozada por la trágica muerte de su hija, quien falleció ahogada en una poza del sector de ampliación Pucayaco, en el distrito de San Juan Bautista, de la ciudad de Iquitos.
Según señaló, lo que debía ser un día de descanso en el terreno que había adquirido recientemente para su familia, terminó convirtiéndose en una pesadilla que ahora la está atormentando.
«Yo no los quería llevar, pero insistieron tanto que accedí», recuerda entre sollozos. Aquel domingo, sus tres hijos le pidieron permiso para bañarse en la poza. Les advirtieron que no se alejaran de la orilla y mientras hablaba por videollamada con su esposo, los gritos de desesperación rompieron la tranquilidad del momento.
Sin dudarlo, Mónica y su hermana se lanzaron al agua para salvarlos. Lograron rescatar a dos de los niños, pero la pequeña se perdió en la profundidad. Un vecino se sumó al rescate y, cuando finalmente lograron sacarla, la desesperación se convirtió en horror: la niña ya no respiraba. Con ayuda de la policía y el serenazgo, la llevaron al hospital, pero ya era demasiado tarde.
El velorio de la menor se convirtió en un calvario para su madre. De rodillas ante el ataúd blanco, con la voz quebrada y los ojos hinchados de llorar, repetía una y otra vez la frase que la atormenta: «Es mi culpa… por mi culpa, mi hija está muerta». Sus familiares intentaban consolarla, pero el peso del remordimiento la ahogaba tanto como el agua que le arrebató a su niña.
«Siento que esto es una pesadilla y que en cualquier momento voy a despertar. Pero no… mi hijita está en ese cajón y es por mi culpa», sollozaba, aferrándose al pequeño féretro. Su dolor era tan profundo que ni las palabras de aliento lograban arrancarla del abismo de su culpa.
La tragedia de la señora Mónica es un desgarrador recordatorio de lo frágil que puede ser la vida y de cómo, en un instante, la felicidad puede convertirse en el peor de los tormentos. Ahora, la madre deberá encontrar la forma de sobrellevar un dolor que la acompañará para siempre.
(K. Rodriguez)