Luces de diciembre

Esta semana iniciamos en pleno el mes de diciembre, el último de este 2024 que vamos dejando a pasos agigantados, que en realidad a veces quisiéramos que no corra tanto el tiempo y que haya espacio suficiente para dedicar a las recargadas agendas de todos en lo personal, laboral, como institucional.

Las luces de diciembre que empezaron a encenderse incluso antes de que inicie este mes, nos han ido indicando que el fin del año está ya a la vuelta de la esquina, y de pronto estaremos deseándonos lo mejor para el 2025, que esperamos no pase tan acelerado, aunque en realidad más depende de las priorizaciones que hagamos sobre nuestras actividades.

Justamente lo prioritario es lo que muchas veces se nos va de las manos, en fin, en un tema de personas puede ser más manejable, pero que ciertas entidades responsables del desarrollo no tengan claro cuáles son sus prioridades, o sabiéndolo no los tengan en cuenta, eso sí que es grave.

Así mientras las luces de diciembre se van encendiendo en señal de esperanza de un mundo mejor, en nuestra ciudad el mundo se derrumbó para docentes, administrativos y aproximadamente cinco mil estudiantes que se quedaron sin luz, sin corriente eléctrica, sí, se quedaron con las luces apagadas y no pueden desarrollar con normalidad sus clases.

Parece que no fuera cierto, parece que salió de una pesadilla, pero es el colmo no haberlo considerado en la priorización de las inversiones en el funcionamiento de los colegios, que hasta el cierre de este escrito eran las afectadas las instituciones educativas CNI, Rosa Agustina y Maynas, en los turnos de mañana, tarde y noche.

Es que no han pagado desde la sede educativa regional de Loreto a la empresa que brinda el servicio eléctrico. Y la verdad que no recordamos que haya pasado esto antes. Y estamos con enorme preocupación respecto al nivel de irresponsabilidad que nos puede estar inundando, al punto de descuidarlo de esta forma. Afecta mucho, desde la autoestima de los estudiantes que ven interrumpida sus actividades académicas, hasta la indignación de la comunidad educativa y la población en general. ¡Qué bochornoso hecho! Por decir lo menos.