Escribe: Pedro Mozombite – Cronista
pedromozombite07@gmail.com


Los bora, también denominados miamuna, miranha o miranya, se encuentran ubicados en la Región de Loreto entre los ríos Ampiyacu, Putumayo y Yahuasyacu. A inicios del siglo XX, como consecuencia de la explotación cauchera, los bora sufrieron graves procesos de exterminación de su población. Los bora también se encuentra en Colombia, donde se le conoce bajo esa misma denominación. Este grupo étnico conserva aún su lengua ancestral (bora-witoto).
La historia de los bora está estrechamente unida a la de los huitotos, con quienes comparten junto con los ocaina, muchas de sus características culturales. Originalmente estaban asentados en las márgenes de los ríos Igara-Parana y Caquetá (Colombia). Pero a fines del siglo XIX, los empleados de la Casa Arana, quienes comercializaban el caucho, les obligaron su traslado a otros afluentes.
Durante la explotación del caucho, toda el área de los bora se ubicaba dentro de los inmensos territorios del Putumayo pertenecientes a Julio C. Arana y su Amazon Rubber Company. En esta zona el despiadado de Arana vivió esclavizando a los pobladores del lugar para que trabajaran para él por pagos miserables. Los más perjudicados no solamente fueron los bora sino también los huitoto, andoque, entre otros.
La población indígena de esta zona estaba obligada a proveer de caucho a la compañía del cauchero por medio del sistema de endeudamiento. Como resultado de este maltrato genocida su población se redujo abismalmente a mediados del siglo XX, de 12.000 a 6.000 habitantes aproximadamente.
Durante el auge del caucho, los indígenas bora, como otros grupos amazónicos, sufrieron graves abusos y explotación. El auge del caucho, que tuvo su mayor apogeo entre 1879 y 1912, generó una demanda voraz. Los caucheros, en su búsqueda de beneficios económicos, sometieron a los pueblos indígenas a trabajos forzados, despojándolos de sus tierras y recursos.
Los bora, junto con otros grupos indígenas, fueron obligados a trabajar en las plantaciones de caucho, a menudo en condiciones peligrosas, insalubres y abusivas. Los caucheros recurrían a la violencia para controlar a las poblaciones indígenas, cometiendo asesinatos, torturas y otros abusos. El período del caucho dejó por largos años traumatismo para los bora y otros grupos indígenas amazónicos.
Entre los principales elementos representativos de la cultura bora se encuentra: la maloca, antigua casa comunal para familias consanguíneas; el manguaré, antiguo instrumento de comunicación; y la llanchama, tela utilizada para confeccionar sus prendas de vestir. Antiguamente, este grupo habitaba en malocas. Estas casas comunales funcionaban como vivienda de varias familias nucleares unidas por lazos de parentesco.
En la cultura bora, la maloca cumplía la función de sitio ceremonial y en ella residía tan solo el jefe con su familia. Alrededor se construían viviendas individuales. En la maloca se enterraban a los muertos, incluido el jefe común. Después de enterrar a los muertos se abandonaba la casa un tiempo para que el difunto pueda recoger sus pasos.
En esta creencia, los bora se parecen a los urarina, ya que estos últimos hasta el día de hoy, tienen mucho respeto a sus muertos, por ejemplo, los urarina a sus muertos no les entierran en cualquier parte, sino le construyen su casa, y una cama sobre ella. Acostumbran amontonarle todas sus pertenencias que ha tenido, como sus anzuelos, retrocarga, ropa, etc. La cama es colocada sobre la tumba y aun costado esta la “tushpa, que todos los días le hacen su candela según el sentimiento que le ha tenido su familia.
En la cultura bora, el hijo mayor hereda la carrera ritual del padre y así se constituye en dueño de la maloca, simbolizando el orden social y la confianza en la tradición. Los hermanos menores asumen el papel de chaman, y representan el desorden y la dinámica social. La hija mayor asume la función de especialista en las pinturas y diseño de dibujos de la piel y de las máscaras.
La terminología de parentesco expresa la imposibilidad de mantener matrimonios entre primos y en los mismos grupos de filiación familiar. Así, existe una tendencia al matrimonio fuera de la parentela, es decir, en otros grupos de descendencia diferentes.
Una de sus las actividades económicas desde antaño, que los hace diferente de los otros grupos es producir la yuca amarga con cuya harina elaboran el casabe, alimento fundamental en su población. También se dedican a las actividades tradicionales, como la recolección de frutas de palmeras como el ungurahui, aguaje y pijuayo que prospera en el bosque amazónico. Los bora, además, son hábiles para el manejo de la fibra de chambira y de llanchama. De esta forma se han especializado en la confección de hamacas, cedazos, shicras, paneros y coronas.
Los bora también son parecidos a los shipibos en sus artes tradicionales, son detallistas en sus artesanías, por ejemplo, los shipibos también son hábiles para confeccionar sus textiles, elaborar sus cerámicas.
Según, P. Mayor, J. Álvarez, J. García y R. Bodmer, en “Pueblos indígenas de la amazonia peruana”, (2009): en la cosmovisión bora existen tres categorías de deidades masculinas: Bóóa, Núhba y Niimúhe. Bóóa parece aplicarse a unas divinidades terrestres, Núhba a unas de orden celeste (la palabra designa a la vez el Sol y la Luna) y Niimúhe a unos dioses creadores o primordiales, ubicados encima de las demás deidades. Niimúhe está enraizado en todas las cosas creadas por él.
Por ejemplo, Niimúhe está presente en el agua, las plantas y en otros seres que están debajo de la tierra y en el espacio. Para comunicarse con el Creador y, a través de él, con los demás seres de la naturaleza, se usan las siguientes plantas: ampiri (esencia de tabaco y sal de monte), coca y cahuaca (bebida de almidón de yuca). Sin estos elementos no se puede llegar a los oídos de los seres de la naturaleza. Estos seres de la naturaleza son como guardianes de cada uno de los seres que viven en la tierra.
En la cosmovisión bora, al principio solo existía agua, donde habitaban los espíritus malos. El Creador, para mostrar su poder, creo primero la tierra y las plantas; después a los animales. Al final, con el tallo y las hojas del tabaco, y con la masa de yuca formo al primer hombre. Como se sentía solo, el Creador le indico que rayase yuca con raíz de cashapona y que colocara esa masa en una olla de barro tapada con hoja de plátano. De esa forma nació la primera mujer.
Todos los bora que hoy en día viven en el Perú vinieron hace medio siglo de la región del Caquetá (Colombia). También existe mestizaje con los Yagua, Ocaina, Cocama, Orejón y Shipibo, este último en menor grado. Iniciando el siglo XXI varias mujeres bora se han mestizado uniéndose con hombres de habla caste]lana y han dejado sus comunidades nativas.
En la cultura bora, si alguien quería ser un especialista, como por ejemplo un chamán, tiene que ir a vivir con el brujo como aprendiz. Antiguamente, en la organización social bora, estaban divididos en clanes. Cada clan tenía un curaca que ejercía autoridad en todas las cosas que pertenecían a la cultura nativa: fiestas, mingas, etc.
Los bora celebran muchas fiestas tradicionales de diferentes tipos. Aunque ahora llevan vestidos al estilo occidental, para las fiestas se pintan el rostro y a veces el cuerpo según los diseños tradicionales. Su cultura es muy semejante a la de los otros grupos de la familia lingüística huitata.
Referencias:
P. Mayor, J. Álvarez, J. García y R. Bodmer, “Pueblos indígenas de la amazonia peruana”, 1979, Iquitos-Perú.
D. Ribeiro y M. Wise, “Los grupos étnicos de la amazonia peruana”, p. 71, 1978, Lima-Perú.





