En las profundidades de la selva, donde la naturaleza es exuberante, se esconde un oscuro secreto: la violencia sexual acecha a las comunidades de Loreto. Como una sombra alargada, este delito se infiltra en los hogares, las escuelas y los espacios públicos, dejando a su paso un rastro de dolor y miedo. Además, esta es una epidemia silenciosa que azota a Loreto, dejando secuelas físicas y psicológicas en miles de víctimas.
¿Cuántos menores de edad y mujeres en Loreto han visto truncados sus sueños a causa de este delito? Esta pregunta refleja la gravedad del problema. Las estadísticas oficiales muestran un aumento alarmante en los casos denunciados, pero la cifra negra, es decir, los casos no reportados, sugiere que la realidad es aún más grave. Diversos factores, como el miedo, la vergüenza y la falta de confianza en las instituciones, impiden que muchas víctimas denuncien.
Los datos estadísticos tomados de la Oficina de Indicadores de Gestión del Distrito Fiscal de Loreto, reflejan que hasta el mes de octubre de 2024, han sido denunciados un total de 450 casos, de los que el 65,11% son por violación sexual de menor de edad, 11,78% son por violación a mujeres, el 5,78% por violación en persona incapacitada, un 0,44% por violación a adultos mayores, y 16,89% por acoso sexual, denotándose que la población más afectada son los niños, niñas y adolescentes, siguiéndole las mujeres. Cada caso detrás de la estadística, hay una historia de dolor y sufrimiento; de las que conviene insistir, que estas cifras son solo la punta del iceberg. Estos delitos sexuales en Loreto son mucho más que un número; es una crisis humanitaria que exige una respuesta urgente y contundente.
Por ello, debe indicarse que es un problema complejo con múltiples causas interrelacionadas. Dentro de sus causas más comunes, se tiene principalmente la falta de educación sexual integral y el descuido parental, como factores determinantes en la problemática abordada.
Además,la falta de educación sexual integral a temprana edad genera un desconocimiento sobre el cuerpo, la sexualidad y los límites personales. Esto hace que los niños y adolescentes sean más vulnerables a ser manipulados o abusados. También, la falta de información puede generar vergüenza y miedo a hablar sobre temas relacionados con la sexualidad, lo que dificulta que las víctimas denuncien el abuso. Y sin la existencia de una educación sexual adecuada, los niños y adolescentes pueden normalizar conductas abusivas o no reconocerlas como tales.
En el caso del descuido parental y falta de vínculo, crean un ambiente propicio para que el delito se produzca. Igual ocurre con la falta de comunicación abierta y honesta entre padres e hijos dificulta que los niños se sientan cómodos para hablar sobre sus experiencias y pedir ayuda en caso de necesitarla. Aunado a que en un clima familiar tenso o conflictivo puede generar desconfianza en los padres, lo que impide que los niños busquen protección en ellos. Y cuando los padres que no están atentos a las necesidades emocionales de sus hijos pueden no detectar los signos de abuso sexual.
A todo ello se le añade que las víctimas no denuncian, debido al miedo a represalias, a la estigmatización y a revivir el trauma. La vergüenza y la culpa que sienten las víctimas.En muchos casos, las víctimas dependen económicamente de sus agresores llevándolos a guardar silencio. Aunado a que puede incidir la falta de confianza en las instituciones encargadas de impartir justicia.
Por otra parte, estudios revelan que las víctimas suelen desarrollar trastornos de estrés postraumático, depresión, ansiedad, fobias y baja autoestima. Además, generan dificultades en las relaciones interpersonales, al ocasionar desconfianza, miedo y vergüenza que dificultan el establecimiento de relaciones saludables y cercanas. Aunado a ello, algunas víctimas pueden experimentar dolores crónicos, trastornos del sueño, trastornos alimenticios y problemas ginecológicos. Del mismo modo, los niños y adolescentes víctimas de violación o abuso sexual suelen ser afectados en su desarrollo cognitivo, emocional y social, generando dificultades en el aprendizaje y en la adaptación a su entorno.
Abordar la problemática implica implementar programas de educación sexual integral desde temprana edad y fomentar la creación de vínculos saludables entre padres e hijos. Igualmente, es necesario que los docentes y el personal educativo sean capacitados continuamente sobre la violencia sexual y su prevención, para que puedan identificar posibles casos de abuso y brindar el apoyo necesario. Así mismo, es necesario fortalecer las redes comunitarias de apoyo, como las juntas vecinales y organizaciones de mujeres, para que puedan identificar y atender los casos. De forma simultánea es indispensable implementar campañas de sensibilización en medios de comunicación y espacios públicos, dirigidas a toda la población, para buscar mejorar las normas sociales que busquen imponer castigos más severos a los autores y promover la denuncia.
Del mismo modo es necesario establecer líneas telefónicas gratuitas y confidenciales para que las víctimas puedan denunciar y recibir asesoramiento. Ampliar la red de centros de atención integral, equipados con personal especializado para brindar atención médica, psicológica y legal a las víctimas. Mejorar las leyes existentes para aumentar las penas y garantizar la protección de las víctimas. Así como que sean establecidos mecanismos de seguimiento a los agresores sexuales liberados para garantizar que cumplan con las medidas impuestas.
En tal sentido, debe indicarse que los delitos de naturaleza sexual son un problema complejo que requiere una respuesta multifacética y sostenida en el tiempo. Urge implementar soluciones, tanto a nivel nacional como local, para prevenir, atender y erradicar esta problemática y para garantizar una vida libre de violencia para todas las personas. ¡Basta! No podemos seguir siendo indiferentes ante esta realidad, recordemos que detrás de cada cifra, hay una vida destrozada, un futuro robado; es hora de alzar la voz por quienes no pueden hacerlo, por eso cada persona puede involucrarse para romper el silencio y exigir justicia, ¿estás dispuesto a ser parte del cambio?
Escrito Por: Alejandra Isabel Fernanda Ochoa Navarro