Una mujer con más de cinco décadas y que pareciera sentir que está por las tres décadas, es que su apariencia no la hacen ver a pocos años de la etapa de la vida llamada adulta mayor o ancianidad, aunque los años ya pesan, ellas, aunque no lo digan con gran sentido común sólo desean recibir lo más importante.
Y qué podría significar lo más importante a esas alturas de la vida, aunque no sea una regla, es el sentir plenamente una paz interior, es fundamental, así como que las personas que están directamente relacionadas en sus vidas contribuyan a ese estado emocional.
Justamente, esta situación que observamos nos viene a la mente a modo de reflexión a horas de celebrarse en nuestra ciudad, región, país y en muchos lugares del mundo, “el día de las madres”, de aquellas en las que miramos muchos valores, las decimos héroes, luchonas, valientes, pero, que por fuera y por dentro, están a punto de pedir auxilio.
Para muchas esa paz necesaria con más urgencia a partir de los 50, todavía no ha llegado, porque las siguen diciendo que son amorosas hasta el final de sus días, y luego de haber criado, sí, con mucha dedicación y amor a sus hijos, soportan el abuso en nombre de ese amor.
Es lamentable que para muchas que dependen económicamente de la pareja o de los hijos, es muy difícil encontrarse con esa paz que necesitan, y sólo en un día, y a veces ni eso, es reconocida su labor que con la fuerza de su amor y de sus esfuerzos, sigue activa.
Corresponde ahora más que nunca, que, en nombre del verdadero amor hacia las madres, a las que merecen llamarse mamás, se vuelque el esfuerzo para dejarlas ser libres, ellas ya cumplieron, y más bien contribuyamos a que disfruten lo mejor posible del resto de la vida, sin negarles el derecho de sentirse útiles en el amor a sus familias, pero poniendo los límites a esas tareas. Así un feliz día mamá, será muy sincero, y sonará como la mejor música de los tiempos de ellas.