La violencia que se hereda mentalmente nos hace permisibles

Una infancia saludable física y emocionalmente los hará adultos con paz interior, listos para grandes retos.

-Las estadísticas siguen preocupando.

-Hasta el premio nobel de Literatura Mario Vargas Llosa llegó a justificar la violencia ejercida de su padre contra él.

Los registros de violencia familiar en las comisarías y en los centros de emergencia mujer que funcionan en Yurimaguas, Requena, Nauta e Iquitos, revelan que estos hechos continúan en el interior de los hogares loretanos.

Una infancia saludable física y emocionalmente los hará adultos con paz interior, listos para grandes retos.
Una infancia saludable física y emocionalmente los hará adultos con paz interior, listos para grandes retos.

Cada vez más personas se animan a denunciar estas agresiones que antes eran consideradas como un asunto interno de cada hogar y que a nadie debe importarle, un problema de pareja o un tema de cada padre o madre al momento de «castigar» a sus hijos e hijas.

Está comprobado que la violencia ejercida dentro de un hogar afecta a todos y llega hasta el presupuesto de un Estado. La salud mental afectada impide el desarrollo completo del individuo.

La persona afectada en su salud mental y física por constantes agresiones físicas y psicológicas, finalmente va ir a solicitar apoyo tarde o temprano en un establecimiento de salud o en una comisaría del Estado, entes financiados con el presupuesto de la República.

Observamos que varios gobiernos locales hacen sus pininos en este tema social y le están brindando la cobertura necesaria, sin embargo la demanda es tan grande que el esfuerzo parece nimio y urge dotar de personal y mayores recursos a estas áreas.

Otro factor a encarar es la violencia que se hereda mentalmente y nos hace permisibles a aceptar formas agresivas que sufrimos en la infancia, pero que nos parece válido aplicarse, aunque nosotros no lo hagamos porque en lo más profundo de nuestro ser lo rechacemos.

En esto hasta nuestro premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa, luego en una época de reprochar la violencia que su padre ejerció contra él, terminó maquillándolo como un acto que lo incentivó a regocijarse en sus poemas y otros escritos.

La actitud de un padre no violento hubiera sido de apoyar las inclinaciones literarias del hijo adolescente, en una etapa donde la figura del padre y la madre se aproxima a la de un amigo en quien confiar y de quienes se espera respaldo.

Esta figura se replica en muchos que aceptan los «castigos». En unos casos es el padre violento cuya actitud justifica la madre. En otros la mamá es la agresora que el papá termina aceptando. Los hijos e hijas necesitan ser corregidos más no «castigados». (DL)