Por: Adolfo Ramírez del Aguila
arda1982@yahoo.com
- Una valiente fiscal loretana puso al debate una preocupante problemática amazónica:
La decidida acción de una fiscal iquiteña, la doctora Paola Hittscher, que de oficio persigue al delito conocido como Trata de Personas, puso en alerta a los agentes sociales, políticos y educativos de nuestra región, sobre la macabra realidad que engendra esta esclavitud del siglo XXI. A nivel nacional, Loreto es una de las regiones del país con el mayor número de víctimas de Trata de Personas, en su mayoría menores de edad.
Pero qué es en realidad la Trata de Personas. Es un delito penado según nuestras leyes, y consiste en traficar con las personas como si fueran mercancías que se comercializan al mejor postor, como cuando se vende una gallina en el Mercado de Belén. Los seres humanos entonces, dejan de ser sujetos y se convierten en objetos, atentando a su condición de persona. Recordemos que en la antigüedad, se vendía a los negros africanos como esclavos porque se creía racistamente que no eran seres con alma sino animales de carga.
La fiscal Paola Hittscher justamente, mereció a inicios de este mes sendas páginas centrales en los diarios de alcance nacional y regional, porque viene desarrollando la labor de perseguir este delito, en especial la trata de menores de edad que son ofrecidas en el mercado negro para que sean abusadas sexualmente. La labor de esta fiscal, atacó puntos claves de este sucio negocio: Los puertos fluviales y aéreos de nuestra ciudad de Iquitos.
Sabe usted amable lector, ¿Cuántos vuelos hay en nuestro principal puerto aéreo? ¿Cuántos zarpes de lanchas hay desde nuestros puertos como Masusa? Debería de saberlo, para que tome conciencia de lo vulnerable que somos como gran ciudad, isla bonita. Según Capitanía de Puertos, de Iquitos salen diariamente un promedio de 40 embarcaciones fluviales a los diferentes destinos como Pucallpa, Yurimaguas o Caballococha. ¿Alguien controla meticulosamente qué negocios sucios se dan a diario por estos puertos?
Cuando ingreso a mi salón de clases del colegio público donde laboro, percibo la mirada de adolescentes que me reclaman un mensaje de esperanza ante tantas malas noticias: Violencia callejera, crímenes al paso, pobreza, hambre, miseria y de yapa, el secuestro de niñas loretanas para ser prostituidas en Puerto Maldonado, Nueva Cajamarca, Piura, Lima y en los mismísimos hostales y albergues turísticos de Iquitos. Felizmente el área curricular que enseño (Educación Religiosa) me permite iniciar metodológicamente con el Ver nuestra realidad desde los ojos, oídos y entrañas de un Dios misericordioso que actúa.
La pedagogía actual, exige desarrollar en nuestras aulas una educación pertinente que parta de la realidad actual para que la escuela deje ya de secuestrar a nuestros niños y adolescentes en las cuatro paredes de un caluroso salón de clases, condenándolos al aburrimiento. En las aulas que los maestros ingresamos a diario, es propicio desarrollar en la mente y el corazón de nuestros alumnos, procesos de aprendizaje que generen actitudes, comportamientos y conocimientos que les permitan afrontar con éxito estos peligros y evitar que sean capturados por los traficantes de personas.
Y este vil negocio con cuerpos humanos, tiene oferta porque lamentablemente hay demanda de clientes de todo tipo (obreros de minas ilegales, prósperos empresarios y hasta honorables autoridades educativas). La niña adolescente que fue llevada a Lima por el proxeneta «Angelito del Perú» burlando los estrictos controles aéreos, para que fuera ofertada a un ex rector unapense, que ahora afronta un juicio penal, seguramente es una estudiante que asiste a la escuela. Los maestros tenemos que dar un tratamiento curricular a estos graves problemas que revientan en nuestra cara. Los padres de familia también tienen que afinar sus sistemas de alerta máxima para hacer un seguimiento a los hijos y prevenir que caigan en las redes de estos facinerosos.
La estrategia que más ha funcionado en este sucio negocio es el clásico método de engañar a las adolescentes que irían a trabajar dignamente en algún lugar, ganando mucho dinero. Claro, las victimas focalizadas son normalmente jovencitas en situaciones de extrema pobreza que sueñan con tener un celular smartphone último modelo o vestirse a la moda. De eso se aprovechan estos proxenetas, que no necesariamente son homosexuales, para coger a sus víctimas y llevarlas con engaños a «trabajar». Ya en el lugar de destino las víctimas se dan cuenta del engaño, y es poco lo que pueden hacer para salir de ese verdadero infierno. La Fiscalía de Iquitos especializada en Trata, es cuando interviene para rescatarlas.
Desde esta columna semanal, saludamos y felicitamos a la doctora Paola Hittscher, bautizada por la prensa como «la fiscal que caza tratantes» por esta delicada labor de salvar niñas y adolescentes de esta esclavitud en pleno siglo XXI. Sabemos que no está sola, pues detrás de ella hay todo un equipo de fiscales, policías, militares marinos y ciudadanos informantes, que luchan todos los días para cambiar esta situación. La tarea seguramente no es fácil, pues es enfrentarse a una red delincuencial con mucho poder, dinero y logística.
Desde la escuela, quedará pendiente el abordaje sin miedo de estos temas para que juntos maestros, padres de familias y directivos, colaboremos con la prevención del delito, y nuestras alumnas no caigan en las redes de los delincuentes de Trata de Personas.
Que el Creador que hizo al hombre y a la mujer a imagen y semejanza de Dios, con la humanidad elevada a la máxima dignidad posible, nos ampare en esta gran cruzada por desarticular estar redes de esclavitud que denigran la condición de nuestras adolescentes loretanas. ¡De la Trata de Personas, líbranos Señor! Amén.