- Tres jóvenes asesinaron a Felipe del Pozo Muñoz y enterraron su cuerpo en la carretera Iquitos–Nauta.


Lo que parecía una denuncia más por desaparición terminó destapando un crimen brutal. El 1 de octubre, Billy Jae Acevedo acudió a la comisaría de 9 de Octubre para reportar que su amigo, el ciudadano chileno Felipe Carlos del Pozo Muñoz, de 71 años, llevaba dos días sin responder llamadas ni dar señales de vida. Lo había visto por última vez el martes 30 de septiembre a las dos y media de la tarde. Desde entonces, silencio total.
La policía apenas tomaba nota cuando vecinos de la urbanización Río Mar informaron que una pareja había ingresado a la casa del extranjero utilizando un manojo de llaves. Los agentes intervinieron de inmediato a Jim Tony del Águila Paima (21) y a su enamorada, Mara Sandoval Rengifo (19).
En la comisaría, las versiones comenzaron a flaquear. Jim Tony dijo que el chileno le había prestado una motocicleta y que no sabía más. Mara, en cambio, reveló detalles inquietantes: su pareja le había prometido que pronto tendría “una casa, un carro y una moto”. Además, le regaló billetes chilenos, un reloj y hasta un frasco con monedas extranjeras.
Separados, las contradicciones se hicieron evidentes. Bajo presión, Jim Tony admitió parcialmente su implicación: aseguró que, junto a su excompañero de colegio Hendrix Emiliano Papa Pellejo (19), había llevado al extranjero hasta el kilómetro 62 de la carretera Iquitos–Nauta y lo había dejado perderse en la maleza. Pero esa no era toda la verdad.
“QUIERO CONTAR LA VERDAD”
Horas más tarde, durante una diligencia, Hendrix Papa pidió hablar. “Quiero contar la verdad”, dijo ante policías y fiscales. Su confesión estremeció a todos: relató que Felipe del Pozo había sido estrangulado dentro de su propia vivienda por Jim Tony, usando la maniobra conocida como “mata león”. Luego, ambos envolvieron el cuerpo en una sábana, lo cargaron en la camioneta del extranjero y condujeron hasta encontrar un paraje desolado donde ocultarlo.
Finalmente, escogieron el kilómetro 21 de la vía El Milagro, a 500 metros de la carretera principal. Allí cavaron una fosa poco profunda, cubrieron el cadáver con hojas de aguaje y tierra húmeda, convencidos de que su secreto quedaría enterrado para siempre.
En la madrugada del 2 de octubre, agentes de la DEPINCRI, junto a peritos y fiscales, llegaron al punto señalado. Tras excavar más de un metro, apareció una sábana blanca. Dentro estaba el cuerpo de Felipe del Pozo: en ropa interior, boca abajo, con un cable negro todavía ceñido al cuello.
La camioneta de la víctima fue hallada estacionada frente a la casa de Jim Tony. En poder de los jóvenes, la policía incautó billetes chilenos, relojes y frascos de monedas: las piezas de un macabro rompecabezas que revelaba un crimen motivado por la codicia de tres muchachos que alguna vez compartieron pupitre en el colegio Madre Teresa de Calcuta.
La noticia sacudió a toda la ciudad. Tres jóvenes, apenas salidos de la adolescencia, habían asesinado a un hombre que confió en ellos, lo despojaron de sus bienes y lo enterraron en la selva para luego disfrutar de lo robado como si nada hubiese ocurrido.
La confesión de Hendrix Papa terminó sellando el destino de los implicados. Él, Jim Tony del Águila y Mara Sandoval permanecen detenidos y enfrentan cargos por robo agravado con subsecuente muerte.
En tanto, el cuerpo de Felipe del Pozo reposa en la morgue de Iquitos. Su último viaje por la Amazonía no fue de descanso ni placer, sino una huida forzada por la carretera donde sus asesinos intentaron borrar su rastro.
(K. Rodriguez)





