LA COLUMNA DE SOR-EGUI

EL CHICLE Y EL HIPOTÁLAMO. De acuerdo al doctor C. George Boeree del Departamento de Psicología de la Universidad de Shippinsburg, la emoción implica el sistema nervioso completo. Pero hay dos partes que son importantes en este sistema nervioso: el sistema límbico y el autónomo.

En el sistema límbico se encuentra el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y muchas otras áreas cercanas y parece que viene a ser el principal responsable de nuestra vida emocional y tiene mucho que ver con la formación de memorias. El hipotálamo por si acaso es una glándula pequeña que se encuentra en el cerebro y es parte importante de la función de homeostasis, es decir de volver a algún punto  justo a una función del cuerpo. Esta glándula  es la responsable de la regulación de la sed, del hambre, de los niveles de placer, satisfacción sexual, ira, comportamiento agresivo, respuesta al dolor y envía instrucciones al resto del cuerpo de tal manera que permite tener el control último de la presión sanguínea, la respiración, el sudor, etc.

Resulta que hace días me llegó de Texas, USA, enviada por mis hermanas,  un grupo de revistas en inglés (mi segundo idioma) titulada Américas. En una de ellas, se describe la historia del chicle y del árbol que se produce. En México se utiliza de un árbol nativo de este país y de América central llamada Malinkara zapota, parientes del copal y el caucho. Las hojas de este árbol contienen compuestos químicos astringentes que pueden utilizarse como sedantes y para curar la diarrea.

Después de muchos usos que se le daba a esta resina a algún mexicano se le ocurrió fabricar pastillas con sabor para mascar y eso se esparció en el mundo entero como la nueva onda, la nueva moda, en los burdeles, en las fiestas y se puede ver en las películas del oeste a los westerns estar mascando estas gomas o chicles con saborizantes. En la vida real se puede observar a jóvenes nerviosos mascando estas gomas mientras espera a la princesa o al príncipe.

A las fiestas que concurríamos de jóvenes por ejemplo teníamos que comprar una docena de chicles Adams (parecen que ya eran sintéticos), para poder invitar a nuestra ocasional pareja, porque a veces sino llevabas no te quería seguir a bailar. Yo quiero chicle joven, te decía. El chicle, pues ha sido un gran negocio para los chacareros mexicanos, hasta que los norteamericanos lo hicieron sintético y en grandes cantidades y muchas veces satanizados por curas y pastores y líderes de familia.

Sin embargo, este chicle satanizado y muchas veces mascado a cada rato tiene un gran efecto en el hipotálamo. Institutos de investigación de Norteamérica y de México y de otras partes del mundo han demostrado que las personas que mascan (no que tragan) el chicle incrementan la actividad cerebral del hipotálamo en un 35 por ciento, señal de que el cuerpo está anticipando una serie de cosas del sistema emocional de nuestro cuerpo, puede aumentar la producción de insulina y el ritmo cardiaco, enviando más oxígeno al cerebro contribuyendo a las actividades intelectuales y manuales.  El chicle lo mascan ahora no sólo los artistas, sino hasta los astronautas, parece un snob, pero no, es para motivar al hipotálamo en sus funciones vitales en nuestro organismo. Así que si uno de tus niños o jóvenes está mascando chicle como los americanos, no le riñas, sin saber está oxigenando su cerebro para ser más lúcido. Eso sí, si ves a tu hija adolescente caminar con el chicle mascando, tienes que advertirle para que no pasen cosas graves con el enamorado y si éste se quiere sobrepasar que lo deje embadurnado con el chicle en su rostro atrevido. Es quizá que por eso observamos siempre a muchos investigadores del programa AQUAREC DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DE LA AMAZONÍA PERUANA, estar concentrados en la reproducción exitosa de la gamitana, del arahuana, del paiche, de la doncella, del tigrinus,  pero, mascando su chicle Adams una y otra vez al estilo de Marlon Brando.  Esta podría ser otra línea de investigación para el IIAP y que podría programarlo algún jefe de biodiversidad o de otro programa  y de repente fabricar en forma piloto chicles de todo color, especialmente las  rojas que dicen que son las que más despiertan la libido. Es cuestión de experimentar. Nada de estar pensando en investigar chupetes y helados de frutas que eso lo puede hacer mi abuelito.  Bien, esa podría ser otra respuesta a la pregunta hecha por  la señora Nelly Valera: ¿qué quieres que investigue el IIAP? Y podría ser un nuevo rubro de la famosa región productiva que ya es hora que despierte para generar trabajo y dinero en las zonas rurales.  Así que a mascar chicle, especialmente esos jugadores del medio campo del CNI para que piensen más rápido.