Por: Juan Soregui Vargas
Hace horas que llegó una sobrina de Tamishiyacu, la recibimos admirados. Arribó en una moto nueva, manejando con gran pericia y acompañada de su amiga. Las dos damas bien vestidas y fuertes como el tronco de humari. ¿Qué pasó? pregunté, a qué se debe ese cambio, no creo que sea por el «polvo de ángel». No tío, me contestó la sobrina, es que ahora estamos trabajando en todo el sistema de la siembra del cacao.
Tu sabes tío que yo vivía en la comunidad de Panguana y hacíamos trabajos de la chacra y a veces veníamos a Iquitos a servir de empleadas domésticas, que no es ningún insulto, pero queríamos progresar más.
Hace pocos años llegó una compañía extranjera para cultivar el cacao, de donde se hacen chocolates, perfumes, etc y a muchas de nosotras nos contrataron para sembrar mashques de plátanos antes de la siembra del cacao. Trabajamos duro y parejo y nos pagaban bien. Luego, vinieron unos ingenieros a examinar las tierras y propusieron la siembra del cacao con otras plantas como la guaba, el plátano, plantas medicinales y seguimos laborando y ahorrando para nuestro futuro.
El testimonio de mi sobina es totalmente cierto. Ellos vivían en la zona de Panguana y toda su familia estaba dedicada a la construcción de botes, pero el negocio había declinado por falta de clientes, por lo que cuando aparecieron los cacaoteros por Tamichiyacu, se instalaron en la zona la ribera de este pueblo, obteniendo buenos trabajos para toda la familia.
En este contexto podemos afirmar, académicamente y por la experiencia de mi sobrina que el cacao no es un mono cultivo como muchos que dicen no a todo; es un cultivo que se puede combinar con otras plantas, como el plátano, plantas medicinales, siendo el principal producto el cacao y los subproductos los demás frutos de las otras plantas.
Con esto se desbarata la propuesta de los egoístas que dicen no a todo. En estas aseveraciones positivas han intervenido durante años científicos y promotores de diversas instituciones académicas de la región, del Perú y del mundo para promover una industria limpia con crecimiento económico, social y ambiental (libro del abogado loretano Lincoln Cornejo Sifuentes), es decir el desarrollo sostenible que tanto se proclama.
Por ejemplo, investigadores del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) han venido investigando los pro y contras de este cultivo durante años, y han concluido que (textos finales de evaluación del IIAP) se reconoce como uno de los cultivos fundamentales para el desarrollo sustentable, ya que tiene los tres ejes fundamentales: crecimiento económico, crecimiento social y respeto al ambiente..
En investigación es necesario tener paciencia, trabajo con mística y eso tienen muchos de los profesionales de nuestras universidades, de los organismos de investigación, especialmente del IIAP.
La ciencia no es dogmática, es dinámica y con perseverancia y paciencia se puede llegar a resultados positivos y en ese contexto se han dedicado estos investigadores del IIAP y otras instituciones a demostrar con sus estudios que sí se puede hacer del cultivo del cacao un eje fundamental para el desarrollo sustentable de nuestra región, como se observa en otras partes de nuestro país, en el VRAEM, en el norte, en Tarapoto, etc.
Tenemos los elementos necesarios, tanto tecnológicos como humanos para generar crecimiento económico, social y respeto al ambiente. Ahora que existen menos recursos económicos provenientes del canon petrolero, tenemos que pensar en diversificar nuestra producción analizando bien los mercados extranjeros para colocar nuestros productos innovados, como el cacao.
La lección dada por mi querida sobrina, panguanina de nacimiento y amazónica de corazón, es el ejemplo claro que deben seguir muchas damas y varones innovadores para contribuir con el desarrollo sostenible del Perú. Ahora ella es una pequeña empresaria agropecuaria y viene cuando quiere a pasearse en Iquitos.
Creo que puedo sugerir: es indispensable acompañar a estas empresas productoras de cacao un buen sistema educativo para que no despilfarren el dinero en cosas superfluas y que ahorren para el futuro propio y de sus familiares. Todo este sistema acompañado por educadores, comunicadores, profesionales y técnicos de las universidades, experimentados cultivadores, especialmente personal del IIAP y otros organismos.