Por: Santiago Gonzáles Coronado
Un día como hoy 27 de noviembre de 1879, es decir hace 135 años, el glorioso ejército del Perú obtuvo una gran victoria en Tarapacá que se situaba al pie de la cordillera, en el fondo de una quebrada de 300 a 400 metros de ancho, dominada por elevados cerros cortados casi a pico y cuyos descensos hasta los más accesibles podían ser ventajosamente defendidos por quienes dominaran las alturas.
Nos tocó combatir en el campo de batalla con un enemigo que nos superaba en numerosa dotación militar, 4,500 soldados, pertrechos, es decir: armamento ligero y pesado, municiones, suministros, enseres, vestimenta, zapatos y en todo. No contábamos con Caballería -el arma de la sorpresa- ni Artillería, sin embargo, nuestro ejército que contaba con 3,046 hombres, hizo frente al ataque chileno quien trató en todo momento de hacer una encerrona pero la reacción fue rápida y se logró derrotarlo con coraje y heroísmo. A pesar de las adversidades que afrontamos en los frentes interno y externo en esta infausta “Guerra de Rapiña”, que algunos historiadores la han denominado y maquillado literariamente como la “Guerra del Pacífico”.
Eran aproximadamente las 10.00 de la mañana, cuando las tropas chilenas hicieron su aparición en Tarapacá, con la consigna patibularia de diezmar totalmente nuestro alicaído y deprimido Ejército Peruano que había pasado varias noches al raso, luego de su penosa retirada de Dolores o San Francisco, debido al revés sufrido. Decimos penosa porque fueron varios días de incesante caminata por el desierto, sufriendo extenuación total, hambre, sed y las enraizadas inclemencias del tiempo, como el sol calcinante, el calor irresistible durante el día, y el frío ventisquero de la noche, aparte de las tempestuosas lluvias.
Una falange militar con soldados agotados, descalzos, andrajosos, sin abrigo ni defensa del frío nocturno, es decir abandonados a su suerte por parte del gobierno central. Situación diferente vivía el ejército enemigo que nos superaba numéricamente, logísticamente bien descansado, alimentado e incentivado espiritualmente por los triunfos de Pisagua el 2 de noviembre y Dolores o San francisco el 19 de noviembre de 1879, debido a una secuela de traiciones que sufrió el Perú.
Este día, nefasto día 19 de noviembre, en el lugar denominado Camarones, el ejército boliviano al mando del general Hilarión Meza, se retiró en forma inexplicable, inesperada, irresponsable y cobarde, cuando iba al encuentro de las tropas lideradas por el general peruano Juan Buendía, retornó a Arica sin enfrentar batalla alguna, esta felonía imperdonable diezmó la moral de nuestro ejército.
El coronel Juan Miguel Ríos, jefe de la V División con los Batallones: “Iquique”, Columna “Tarapacá”, Columna “Navales”, Columna “Gendarmes” y la Columna “Loa” partió de la guarnición de Iquique con refuerzos de 1500 soldados y de entusiastas civiles armados, rumbo a Tarapacá, llevando víveres, armamento y municiones que eran muy necesarios en esos momentos de incertidumbre y desmoralización.
Hizo un recorrido de 30 millas por la extensa pampa, teniendo que dejar dos cañones que se atascaron en la arena. No contábamos con Caballería, sus fuerzas todas eran de Infantería, generalmente con gente de raza indígena, pero de estólida resistencia frente al hambre, la fatiga y la sed. Los chilenos pensaron coger por sorpresa a las tropas peruanas acantonadas en Tarapacá y acabar raudamente con ellas.
El enfrentamiento se inició a las 10.30 de la mañana tomando la iniciativa el ejército peruano, culminando a la hora del ocaso.
Avanzada la tarde aproximadamente a las 5 pm. y en pleno ardor de la lucha, hicieron su aparición las tropas provenientes de Pachica, al mando del coronel Justo Pastor Dávila, que fueron llamadas a través de un mensajero. Estos refuerzos caminaron 20 kilómetros en un lapso de 5 horas, estos refuerzos inclinaron la victoria a favor del Perú. Eran 1,400 hombres en 4 Batallones, uno de los cuales el N° 8, estaba bajo el mando del coronel Remigio Morales Bermúdez, en este ataque se logró capturar dos cañones de las tropas del general Luis Arteaga, y perdía la vida el coronel Eleuterio Ramírez Molina; luego de nueve horas de feroz combate, el general chileno Luis Arteaga, ordenó al corneta tocar retirada a sus tropas.
El soldado Mariano Santos Mateo “El Valiente de Tarapacá”, natural del pueblo de Tinta, distrito de Lucre, provincia de Quispicanchis, departamento del Cusco, perteneciente a la Primera Compañía de “Guardias de Arequipa”, arrebató el estandarte del veterano Regimiento Chileno “Segunda Línea”, en audaz y valerosa acción, la misma que impactó rotundamente en la moral del enemigo. Las bajas chilenas arrojaron 516 muertos y 179 heridos y 100 prisioneros y 8 cañones capturados.
Chilenos Muertos: coronel Eleuterio Ramírez Molina, comandante de 2° Línea; teniente coronel Bartolomé Vivar, segundo comandante; los capitanes: Diego Garfias, Ignacio Silva y José Antonio Garretón Silva. Un teniente y siete sub-tenientes. El Regimiento de Zapadores perdió cinco sub-tenientes; el Chacabuco al mayor Valdivieso, segundo comandante, y su ayudante Ríos y dos tenientes.
Los peruanos m uertos 236, y 261 heridos.
Muertos: coronel Manuel Suárez, comandante del “2 de Mayo”, los tenientes Torrico y Osorio. “El Batallón Zepita N°2 perdió a su segundo jefe teniente coronel Zubiaga, capitán Figueroa y los sub-tenientes Cáceres, hermano del coronel Cáceres, y Meneses. La 2° División a los capitanes: Odiaga, Chávez, Vargas y Rivera y tres sub-tenientes. El 2° “Ayacucho” un teniente y dos sub-tenientes, la Columna “Tarapacá” al mayor Perla, el “Ayacucho” al mayor Escobar, un teniente y dos sub-tenientes, “Los Cazadores del Cusco” y el Batallón “Iquique” un sub-teniente cada uno, la “Columna Naval” al capitán Meléndez y la 5ta. División al coronel Miguel Ríos.
Sin embargo, esta victoria no pudo ser aprovechada por nuestros bravos combatientes, pues carecíamos de Caballería lo que nos impidió perseguir y diezmar al enemigo que huía como alma que lleva el diablo. Muchos soldados hicieron posible la victoria de Tarapacá, destacando la figura guerrera y señorial del general Juan Buendía, comandante general de todos los Ejércitos del Sur y los coroneles: Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, el principal artífice de la victoria, Francisco Bolognesi Cervantes, Alfonso Ugarte Vernal, Isaac Recavarren Flores, Belisario Suárez, Roque Sáenz Pena (argentino), entre otros más. El héroe de Tarapacá fue el soldado anónimo y está representado por el corneta Mariano Mamani y el soldado Manuel Condori.
¡PAZ EN SUS TUMBAS!…