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Junta calificadora de vagos

Por: José Álvarez Alonso

En el diario iquiteño «La Razón» del 29 de marzo de l930, citado tiempo atrás por el semanario Kanatari, aparece una noticia que alguno podría pensar que fue sacada de una obra de ficción: las autoridades de Iquitos decidieron crear una «Junta Calificadora de Vagos», como una de las medidas para controlar el número de vagos en la ciudad. Efectivamente, la noticia describe que la Prefectura dio instrucciones a la Policía para detener a cualquier persona sin profesión conocida, que caminase por las calles o los puertos sin hacer nada, y que presentase un aspecto sospechoso. «Una vez detenido», explica el diario, «deberá investigarse su procedencia, género de vida, lugar de residencia, dinero con que cuenta y exigirle la presentación de su pasaporte si es extranjero; si no califica se procederá a su expulsión. En el caso de ser peruano se le pondrá a disposición de la Junta Calificadora de Vagos».

Qué bien. Hoy nuestra sociedad ha «evolucionado», se dice que existe una democracia, que el pueblo está educado sobre sus derechos ciudadanos (¡y vaya si los reclaman, en todos los idiomas y con todos los medios, incluida la violencia!). El ciudadano es libre de hacer lo que le dé la gana, incluyendo no hacer nada. Sin embargo, el derecho a no hacer nada tiene sus limitaciones, pues implica el riesgo (más que evidente) de violación de los derechos de otros. La razón es simple: el que no hace nada también tiene que vivir, y para ello necesita medios que, o bien ha adquirido por herencia, o porque le tocó alguna lotería (raro caso), o bien parasitando al Estado vía sus programas asistenciales, «ordeñando» a otros, sea mendigando, sea exprimiendo a sus parientes y amigos (ojo, abundan los ‘paucares macho’ mantenidos por sus parejas), o sea robando. En la mayoría de los casos estos «bayanazos» son una carga más o menos indeseable para los que sí trabajan.

Hemos progresado mucho. En estos tiempos modernos, los vagos han logrado aceptación social, e incluso algunos han logrado trepar en la escala social; unos cuantos han llegado a ocupar puestos relevantes, incluyendo algún que otro sillón municipal. Es vox populi que uno de nuestros alcaldes es un soberano ‘bayano’, que muchos días se levanta para el almuerzo, y a decir de algunos chismosos, llega a la desfachatez de atender en pijama algunos asuntos de ‘coimisiones’ y demás.

Realmente, a la gente chambera le revienta ver a personas sanas, en la plenitud de sus vidas, que no sólo podrían mantenerse y mantener a su familia, sino contribuir con la sociedad, ayudando a otros, aportando tiempo libre como muchos hacen en obras sociales, y sin embargo, viven del cuento, del trabajo de los otros, algunos de «su flauta» -falsos predicadores, sacha-dirigentillos, pseudo-comunicadores sociales-, otros de su imagen, o de su apellido. También son muchos los que viven de la mendicidad solapada o abierta, llorando siempre porque el Estado «no apoya», de que no hay chamba, de que son pobres, etc. etc. Varias veces he escuchado comentar a amigos hablando sobre los vecinos de sus barrios: «es increíble la cantidad de gente joven y sana que vive sin hacer nada; los ves a media mañana sentados en la mecedora a la puerta de su casa, o jugando casino en la vereda, o en la chingana. ¿De qué viven? Hay algunos mantenidos de sus mujeres, pero ¿y el resto? Un misterio para una tesis de la ‘Maestría de Altos Estudios Amazónicos’, de próxima inauguración por el CETA…

Es cierto que esta sociedad es muy injusta, estructuralmente injusta, y los hijos de pobres no tienen las mismas oportunidades que los hijos de ricos. Pero también es cierto que el que se esfuerza logra, quizás no todos hacerse ricos, pero sí tener una vida digna. Se quejan de que no hay trabajo, pero la realidad es que no hay chamba para los vagos, para los desidiosos, para los desleales, para los ladrones… La gente honesta y trabajadora sí suele encontrar trabajo y lo conserva; porque hay muchos que se quejan de que los echan constantemente de su trabajo, y habría que preguntarse: si fuesen trabajadores, dedicados y honestos ¿sus empleadores los botarían, en este mundo donde esa clase de gente está en peligro de extinción? Lo dudo.

Por otro lado, no debemos olvidarnos de los burócratas, entre los que pululan ‘mauleros’ y otros tipos de ‘bayanos’, soberanos ‘harraganes’ (con doble rr, estilo loretano, como para ilustrar que les pesan los atributos, y arrastran los pies y hasta el alma cuando caminan), que cobran su sueldo sin hacer más cosa que calentar el asiento y marcar tarjeta al entrar y salir. Estos se suelen hibridizar con el otro grupo, los ‘pericotes’, y entre unos y otros han convertido a la administración pública de esta región en una de las más ineficientes del país.

En el otro extremo tenemos ejemplos de hombres que nacieron con tremendas limitaciones físicas o síquicas en su vida, y han logrado no sólo ganarse la vida sin ser una carga para nadie, sino hasta realizar tareas increíbles. Famosísimo es el inglés Stephen Hawking, el mejor físico del mundo, paralítico total (sólo mueve tres dedos de una mano), quien ha hecho increíbles aportes al conocimiento científico. Recientemente estuvo en Lima otro famoso discapacitado: el australiano Nick Vujicic, que nació sin brazos ni piernas. A los 10 años intentó suicidarse para evitar más dolor a su familia, pero hoy es considerado como uno de los mejores oradores del mundo, y viaja constantemente para dar esperanza a millones de discapacitados como él. Sus mensajes son directos, como los de Jesús: «Yo quería tener brazos y piernas porque pensaba que sería feliz con eso, pero descubrí que de nada me valdría estar completo si por dentro estoy destrozado». «Si pones tu felicidad en cosas temporales, tu felicidad será también temporal».

En asistencialismo barato del que han hecho gala algunos gobiernos recientes ha hecho más daño en el Perú que el terrorismo. Ha acostumbrado a mucha gente a recibir sin dar, a vivir sin esforzarse; ha contribuido a crear una masa de indigentes pedigüeños, de haraganes profesionales. «Desde que hay «Vaso de leche» y PRONAA muchos maridos en Belén no trabajan, se dedican a chupar no más», se quejaba una madre belenina en un evento sobre este populoso barrio.

Quizás habría que restablecer en Iquitos la ‘Junta Calificadora de Vagos’. Creo que serían miles los que calificarían para ser expulsados de la ciudad, porque no tienen oficio conocido y viven a costa de los otros. La sorpresa sería que quizás la Junta tendría que calificar también a más de un dirigentillo parásito, más de un empleado público ‘bayano’, y alguna que otra autoridad que, en vez de cumplir las tareas para las que fue elegido, se la pasa viajando, comiendo a costa de viáticos del magro presupuesto público y, encima, acumulando de mala manera dineros que nunca obtuvieron con su actividad privada.

6 comentarios en “Junta calificadora de vagos

  1. jajajjjjajajajajjajajajajajajajajajajajajajajaja, restablezcan la junta esa, jejejeje

  2. Quien es más vago, un político mediocre de esos que hacen proselitismo para otros políticos vagos, o aquellos que la vida les jugo una mala pasada.

  3. Que bueno seria que activaran ese programa no solo seria una forma de reconocer a los vagos sino tambien ayudaria para que la gente se de cuenta lo que estan haciendo con sus vidas..tenemos todo en la amazonia para salir adelante solo falta abrirle los ojos a la juvendud y que se den cuenta que todos pueden llegar a ser lo que uno quiere .

  4. Bah, tal vez tomas ayahuasca joven Pepe. Como ya has adivinado lo que pienso?.
    Te doy una ideita. En Iquitos falta una tienda, chingana, bodega o algo así que lleve por nombre: «DE TODO EN DOMINGO». Porque en seriecito, los domingos y feriados no encuentras muchos servicios o productos que puedes necesitar para reparar, limpiar o preparar en la casa. Pobres turistas, si se olvidaron de su shinela o calzoncillo tendràn que andar patacalas o farucos hasta el lunes que abren la tiendas. Saludos.

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