El II resumen del testimonio más humano escrito en Costa Rica » DEL INFIERNO A LA FAMA Y A LA GLORIA» ,es del trujillano Carlos Callegari, quien describe formidablemente la angustia y perversidad sufrida por José León Sánchez , injustamente sometido a las torturas más aberrantes que para arrancarle una confesión se contrató al ser más brutal de la Cuba absolutista de Fulgencio Batista .
Felizmente, aunque tarde, la justicia contemporánea ha rectificado el abuso de lesa humanidad, y frente a tanto daño causado, aún queda pendiente una reivindicación que por más cuantiosa que sea, no podrá cicatrizar jamás las heridas porque aquellas son insondables: son del alma, mi niño; no cierran nunca, sólo envejecen.
Con este trabajo sin pretensiones literarias me he propuesto relanzar ante el mundo civilizado el esclarecimiento para que la sociedad sepa respetar el derecho humanitario y alentar que, más temprano que tarde, llegue la justicia social y se empiece a edificar nuevos centros de reforma penitenciaria, teniendo como bases la dignidad humana y no los escombros de cadáveres y huesos.
El escritor José León fue el más nítido y visible analfabeto de Centroamérica, abriéndose luego paso en importantes lides literarias. Su genio creativo ha ido en ascenso y se manifiesta en cerca de treinta obras igual de exitosas, destacando,aparte de la obra cumbre, «La Isla de los hombres solos», Tenochtitlan sobre México, su otra patria, junto a » Mujer….aún la noche es joven», dedicada a Agustín Lara; o aquella otra «Cuando Canta el Caracol», «Campanas para llamar al Viento», «Las Colinas del Buey» y tantas otras que motivan estudios en universidades latinoamericanas y el Caribe.
José León Sánchez no deja que le vean las cicatrices que para él son condecoraciones. Empero en su rostro sereno y sin rencores hay, que lo delatan que no todo en la vida ha sido «pura vida» , y las poquísimas veces que le ha tocado dormir, ha terminado en infernales pesadillas.
Por eso será que José León Sánchez no es por cierto ningún león dormido, ni mucho menos una fiera indomable, y si las dudas nos acosan, podríamos entrevistar a su asesora la experta en filología española, Ahisa Vega Montero, que por años lo acompaña, es albacea de sus sufrimientos y bondades, nos confirmaría en forma inequívoca que José es el paradigma más grande, de modestia y sencillez.
Estas cualidades lo acabamos de confirmar del novelista costarricense, quedando plasmado en una anécdota mundial, porque ni siquiera la noticia que el mayor país de la tierra -La República Popular China RPCh, que ha mostrado interés en reeditar una gigantesca edición de su obra príncipe: «Tenostitlán», le ha hecho esbozar una sonrisa de satisfacción. Con esta actitud creemos que no hace sino notificar a parte de la sociedad y a los no pocos soberbios y detractores, que León Sánchez vive acostumbrado, en toda su vida paria, tanto al mal que el bien le hace daño.
Este gesto, para quien escribe este testimonio, se ha convertido en el soporte social más importante que lo estremece y lo nutre para que estas primeras palabras de introducción consolide este modesto homenaje que a través de este opúsculo pretende amalgamar su proverbial lucidez, serenidad espiritual y amistad.
Bautizado como el «monstruo de la basílica» que a la vez inspiraba horror y curiosidad, José León tenía 19 años cuando en 1950 es condenado por un crimen espantoso y enclaustrado en los calabozos de la isla de San Lucas, versión tercermundista de la mundialmente famosa penitenciaria estadounidense de Alcatraz.
De quién estamos hablando. Nada menos que del escritor costarricense internacionalmente más famoso cuya novela testimonial «La Isla de los hombres solos» ha motivado un filme cinematográfico, una telenovela y un exitoso comic.
Tras su envidiable reputación como literato se han inventado numerosas biografías no todas coincidentes. Muchos periodistas han escrito artículos y algunas entrevistas publicadas en Costa Rica y el extranjero, inclusive por medios de prensa que lo satanizaron encarnizadamente. Vamos a tratar ahora de juntar parte estas opiniones para darle alguna coherencia.
José León nació en 1930, en Cucaracho de Río Cuarto, ranchero de los indígenas huelares, asentados en la frontera de Costa Rica y Nicaragua. En lengua originaria su nombre fue ocelote o sea «león». Como su madre fue prostituta, él como muchos de los niños lugareños fue bautizado con el apellido Sánchez Alvarado, del cura católico que le impartió el sacramento
Al lado de su menesterosa progenitora, sus hermanas también incursionaron en el oficio del meretricio y él fue regalado a un comerciante de sal, que para deshacerse del mozalbete enfermizo lo entregó al hospicio de huérfanos de San José. Su niñez y adolescencia no pudo ser más desgraciada: discurrió entre el hospicio y el hospital, sin posibilidad de recibir educación.
Próximo articulo continuaremos explicando las razones y motivos de su perverso encierro.