Hasta hace algunos pocos años, ese era el grito del pueblo, sobre todo en Iquitos. Estábamos desconectados de la fibra óptica, o mejor dicho, no teníamos conectividad de alta velocidad.
Y es que, aunque en la ciudad de Iquitos hace muchos años una empresa de telefonía —a la que muchos le habíamos generado anticuerpos (y me incluyo)— ya había tendido fibra óptica por todas las calles, esta infraestructura, si bien representó un gran paso, se veía limitada porque la conexión que llegaba desde Yurimaguas hasta Nauta era por microondas, con velocidad restringida, limitada a unos cuantos gigas, lo que resultaba paupérrimo para toda la ciudad de Iquitos. Así que, en la práctica, la fibra solo distribuía una conexión lenta, a pesar de que ya había “fibra óptica en Iquitos”.
Las campañas publicitarias en ese entonces nos querían dar un paliativo, con frases grandes en los paneles que decían: “Llegó la fibra óptica a Iquitos”. Y sí, llegó… pero no la banda ancha.
Parece que la memoria también nos traiciona, porque olvidamos (o no queremos recordar) lo que sufríamos para descargar archivos grandes, ver videos o, incluso, algo tan simple que hoy damos por hecho: ver Netflix. En esos tiempos veíamos el eterno mensaje “cargando buffer al 8%”. Hoy nos parece gracioso, pero créanme, en su momento no lo fue.
Hemos olvidado un problema tan grave que, al menos en mi caso, me frustraba muchísimo. Recuerdo que en mi agencia de publicidad teníamos que desarrollar campañas de marketing para nuestros clientes, y lo mejor era hacer reels o videos —por allá en el 2021—, pero los videos no cargaban por la falta de un internet veloz. Era contraproducente: la campaña perdía impacto y, al final, teníamos que usar solo fotos o flyers. Todo por culpa del “internet lento”.
La gente olvida, no tiene memoria. Parece que nunca padecimos este grave problema de conectividad. En Loreto, teníamos el internet más desastroso del Perú.
Recuerdo cuando, en aquel tiempo, la directora de DIRCETURA (hoy GERCETURA), Cristina Alegría, nos encargó liderar la campaña de marketing digital para que el río Amazonas fuera elegido una de las 7 maravillas naturales del mundo. Era el 2008, y contábamos con un internet tan, pero tan básico, que tuvimos que dirigir la campaña hacia otros países —como Brasil— mediante Google AdWords (hoy Google Ads), para conseguir votantes a favor del río Amazonas.
Imagínense: tuvimos que buscar votantes fuera del país porque el internet en Iquitos no ayudaba.
Hago este escrito porque me gusta recordar, y me gustaría ayudarte a recordar cuánto sufríamos. Porque un pueblo que no conoce su historia está destinado a repetirla.
Ahora contamos con un internet bueno y veloz, y no puedo dejar de felicitar a ese empresario peruano —con capital peruano y mano de obra peruana— que apostó por traer internet de alta conectividad a nuestra ciudad, a través del río y de la inhóspita selva. Y no, no lo hicieron las grandes empresas de telefonía. Lo hizo una empresa que dejó en vergüenza a las grandes transnacionales de las comunicaciones, esas que siempre tenían excusas para mantener a Loreto desconectado.
Hoy, conversando con Alan Dionisio de Pino, presidente de Global Fiber Perú, comparto su compromiso por convertir a Iquitos en la ciudad con la mejor conectividad de la Amazonía peruana.
Mientras disfruto de un café frente al Itaya y escribo estas líneas con una conexión rápida y estable, no puedo evitar sentir gratitud. Gratitud por haber sido testigo de una transformación que, aunque silenciosa, cambió profundamente la forma en que vivimos, trabajamos y soñamos en Loreto.
Porque tener internet veloz no es solo “navegar más rápido”: es abrir una puerta al conocimiento, a los mercados, a la educación, al mundo. Es una conquista tecnológica que nos iguala, que nos conecta y que nos devuelve algo que durante décadas nos fue negado: la posibilidad de competir en igualdad de condiciones.
Que esto nos sirva para reflexionar sobre cuánto hemos avanzado… y cuánto más podemos avanzar si mantenemos viva la curiosidad, la innovación y la voluntad de hacer las cosas bien.
Hoy celebramos la velocidad de conexión; mañana celebraremos la velocidad de nuestras ideas.
Porque la verdadera revolución digital recién empieza, y en el próximo artículo hablaremos de una tecnología que ya está transformando el mundo —y también puede transformar la Amazonía—: la inteligencia artificial.
¿Tú también, qué recuerdos tienes de cuando sufríamos con la velocidad del internet en Iquitos? Tengo muchos recuerdos que no me alcanzarían para escribirlos, pero prefiero leer los tuyos.





