-Albergue tiene 61 años de creado y aún sigue necesitando de mayor apoyo
– Internos estudian en colegios de El Estrecho y por la tarde maestros los refuerzan en los diversos cursos.
«…Los caminos de la vida no son como yo creía, no son como imaginaba, los caminos de la vida son muy difícil de andarlos, difícil de caminarlos, yo no encuentro la salida…» es la letra de uno de los tantos vallenatos que suena en la calle principal de El Estrecho: «28 de Julio».
Letra que les calza a los más de 160 niños y jóvenes albergados en el Internado «Angélica del Niño Jesús», ubicado en El Estrecho desde hace 61 años. Hoy viene siendo conducido por la directora Celia Rosa Santos Carpio, quien realmente hace grandes esfuerzos por conseguir que los alumnos internados tengan algo más que la comida diaria.
Basta una mirada para darse cuenta que todos han salido del cordón de extrema pobreza de la frontera del Putumayo, siendo acogidos, auxiliados por un albergue al que también habría que socorrer cuanto antes. Los caminos que les toca recorrer no son fáciles, de ninguna manera, hay adultos que se preocupan por hacerles el paso más llevadero, pero también les resulta extremadamente difícil.
En horas de la mañana los niños y jóvenes se van a estudiar a las Instituciones Educativas del lugar, luego retornan y se sirven sus alimentos, descansan un poco y se abocan a reforzar lo enseñado en horas de la mañana. Para eso el Internado cuenta con dos profesores de primaria y dos de secundaria. Los acompañan 5 personas en el área administrativa y dos cocineras.
«El dinero recibido del gobierno regional es algo de 16 mil soles, pero a veces se retrasan, se hace difícil la entrega. Acá contamos con niños muy humildes, muy pobres, por eso la directora también hace gestiones ante el Pronaa, que siempre le atiende. Esperamos que las instituciones volteen la vista hasta esta zona de frontera, los niños no sólo necesitan comer y estudiar; necesitan de útiles de aseo, de ropa y muchas cosas más, esperamos que alguien se acuerde de ellos», pidió Félix Sosa.
Y realmente resulta conmovedor ver a tantos hijos del Perú profundo, hijos de aquellas entrañas patrióticas que históricamente han sido olvidadas, en un abandono inaceptable. Como si por allá, tan lejos, sólo vivieran animales en el monte abandonados a su suerte. Los dejan de lado para que ellos solos aprendan a caminar los caminos de la vida, sin siquiera prevenirlos que paralelo a esos caminos hay otros que pueden llevarlos a perderse de un solo cuajo.
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