Implacable

Era la década de los 80 cuando el virus del Dengue empezó a atacarnos a través del zancudo transmisor Aedes Aegypti, y de lo que recordamos no pasaba de gran malestar de dolores de huesos, de las articulaciones y de fiebres muy altas que se tenía que controlar.
Era un proceso de varios días de la enfermedad y luego podíamos volver a nuestras actividades rutinarias, ya con el cuerpo sano. Sin embargo, hubo una gran preocupación en la comunidad y los esfuerzos se focalizaron en combatir y eliminar al “zancudito loco”, como era el estribillo de una canción bailable que se utilizó en la publicidad contra el Dengue.
En ese entonces el combate era básicamente con la fumigación y la eliminación de criaderos. Pero, fue en la primera medida que se presentaron serios problemas porque muchos vecinos se negaban a abrir sus puertas a los fumigadores para luchar contra el zancudo de las patas blancas.
Obviamente esto causó indignación entre los vecinos que sí cumplían con dejar que fumiguen en el interior de sus casas. Se puede decir que estas negativas contribuyeron a que el Dengue se haya quedado todavía con nosotros y luego de carca de 40 años sigamos combatiéndolo.
Lo que también recordamos porque lo vivimos, es cuando se apareció un Dengue más peligroso y mortal, que fue la variante del “hemorrágico” que ocasionó muchas muertes y los vecinos empezaron a pedir a gritos la fumigación masiva, pero a pesar del enorme riesgo seguía habiendo vecinos que no dejaban ingresar al fumigador. Es difícil comprender ciertos comportamientos, como sucede actualmente con quienes se niegan a vacunarse con la vacuna contra la Covid-19.
Actualmente, estamos viviendo otro de esos tantos repuntes del Dengue y la fumigación ya se viene realizando y nuevamente aparecen los vecinos que no les importa nada, y no permiten en ingreso de los fumigadores. Se dijo que por temor a casos donde se han desaparecido objetos de valor cuando ingresaron los fumigadores.
Sin embargo, esta sospecha de apropiarse de lo ajeno ha sido superado, pero, no se supera cómo ingresar a fumigar en esos lugares donde la mano del Estado está obligada a generar las condiciones. Se trata de la salud pública y por tanto debe ejercerse una presión para que todas las casas sean fumigadas.