Hemos estado observando atentamente la secuencia del «descubrimiento» en Quistococha, del estado del Delfín de Río o del Bufeo, como también lo conocemos acá en nuestra selva, a esa especie de las aguas amazónicas que nos encandila con su belleza natural y sus ocurrencias sin par. Cómo no caer rendidos ante su gracia y por cierto su desgracia de no estar en un parque con mejores presupuestos.
La realidad es que Quistococha tiene un presupuesto que no le permite cubrir sus necesidades como atractivo público, pasando por ello el cuidado de las diversas especies. No tiene un buen presupuesto actualmente, ni lo tuvo antes y se espera que con la difusión nacional del escándalo «Huayrurín» nos sirva (ojalá), para que el Ministerio de Turismo, eche una mirada al atractivo que tenemos y que desde hace décadas espera ser considerado.
Es que no podemos ser mezquinos y decir que el Complejo Turístico de Quistococha está en su peor momento. Sí, por el tema presupuestario. Pero, en el tema de ser indiferente para quienes manejan el presupuesto turístico del tesoro público, está en abandono desde hace mucho tiempo. Veamos, cuánto de inversión del Ministerio de Turismo hay en Quistococha, cuánto de inversión de Promperú hay en Quistococha, y la lista se haría muy larga, de cuánta indiferencia hay para la inversión turística desde el Estado, que es casi nulo.
Y lo más preocupante, es que le hacemos el juego al periodismo centralista que viene a enrostrarnos nuestras carencias, sin tocar a fondo la problemática de nosotros y de la mayoría de provincias del país, que cuentan con bellezas naturales y que esperan «resignados» que los gobiernos de turno algún día inviertan, como lo hacen repetidas veces y con millonarios presupuestos en Cusco, y en otros contados lugares, como si ellos solo contaran en el mapa nacional. Y con esto no queremos desmerecer a la belleza incaica, para nada, nos embelesa también, pero nos indigna la inequidad.
Solo nos queda esperar que el reportaje a «Huayrurín» nos regrese con un paquete de inversión para Quistococha, por el bien del delfín y de todas las especies. Todos lo agradeceremos porque tendremos un mejor parque para disfrutar de nuestra biodiversidad. Y ojalá este «destape» no sea un pretexto para impulsar la privatización del complejo turístico a fin de mostrarlo a un selecto grupo de visitantes y limitando por probables altos costos, el ingreso de las mayorías que hoy la disfrutan.