Este año también se celebró en muchos espacios un aniversario más de la histórica Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Es la ocasión de rendir homenaje a los derechos de los pueblos indígenas y a la singular aportación de estos últimos al entendimiento mutuo, la paz y el desarrollo sostenible.
Los pueblos indígenas custodian y perpetúan culturas excepcionales y relaciones con el medio ambiente natural. Encarnan una gran parte de la diversidad lingüística y cultural de la humanidad que compartimos. Proteger sus derechos y su dignidad es proteger los derechos de todos y respetar el alma de la humanidad, su pasado y su futuro.
La protección y el bienestar de los pueblos indígenas nunca han sido tan importantes. Pese a la diversidad de sus culturas y a que sus territorios se extienden por más de 90 países, afrontan retos comunes relacionados con la protección de sus derechos en su calidad de pueblos singulares.
Los 370 millones de personas indígenas que existen, representan menos del 5% de la población mundial, pero se encuentran entre el 15% más pobre. Y como podemos, ver las cifras que nos llegan gracias a fuentes de internet (virtuales), son muchísimas, pero están relegados a vivir sin la atención y valoración que merecen. Y eso que ya ocupan lugares importantes dentro de los planes de gobiernos.
Sin embargo, todavía son insuficientes y tenemos el deber de analizar que si no fueran ellos quienes perpetúan las culturas, nuestro pasado no sería tan rico y viviente. Es por ello que tenemos la obligación no de sobreprotegerlos, sino de brindarles las herramientas necesarias para que, manteniendo sus costumbres, se desarrollen en armonía con la naturaleza que los rodea y nos beneficia a todos.
Acá en nuestra región Loreto, los pueblos indígenas que también celebraron esta semana esta fecha importante del reconocimiento de sus derechos, están en permanente exigencia ante el gobierno central, porque a nivel de región ya practicamente se rindieron, no hay liderazgo en el acompañamiento a la lucha que ellos y ellas emprendieron hace mucho tiempo y que en estos dos últimos años se ha recrudecido, justamente por la indiferencia o por una atención demasiado lenta.
Queda solo apelar a la razón, al derecho, a la ley, que respalda a los hermanos y hermanas indígenas, para tener atención básica de educación, salud, ser productivos, energía, conectividad respetando los recursos naturales, tecnología; lo que impulsará la ruta hacia una vida más desarrollada en el bosque, en sus jurisdicciones naturales.