Por: Ing. César Calderón Vela
Reg. CIP. N° 32486
San Pedro de Lloc, ciudad del Norte de Trujillo donde sus calles fueron mudos testigos de pasajes de la vida del más grande investigador Giovanni Antonio Raimondi Dell’Acqua nacido en Milán (Italia) el 19 de setiembre de 1824. Poco se sabe de su infancia, sin embargo siempre manifestó una clara inclinación por el estudio de la naturaleza. La elección del Perú como destino para sus investigaciones fue un hecho conciente y emotivo. El desconocimiento científico de la legendaria tierra de los incas fue su primer estímulo; por otra parte, surgió en él una especial simpatía por nuestro país debido a la honda impresión que le causó ser testigo de la mutilación de un cactus gigante de origen peruano en el jardín botánico de Milán.
Murió en San Pedro de Lloc, el 26 de Octubre de 1890 víctima de una dolencia ósea en su columna. En 1857 Raimondi llegó a Tingo María sufriendo atrozmente de un reumatismo en una rodilla, que atribuyó a la humedad, pero que una india nativa alivió totalmente, al día siguiente de la aplicación de unas hojas que calentadas, fueron aplicadas sobre la zona adolorida. Indagó sobre la planta y reconoció a la Tabernaemontana sananho. ¿Qué fue realmente esta dolencia articular que sufrió Raimondi? Debió ser una artritis traumática o una simple contusión, o tal vez un episodio de gota aguda. De éste, las hojas soasadas de sananho tienen propiedades antirreumáticas, planta de nuestra Amazonía que pertenece a la Familia Apocynaceae, conocido con el nombre vulgar de «sanango». En su viaje fluvial a Iquitos hacia el puerto brasileño de Tabatinga, llegó a Pebas donde conoció a la tribu de los indios llamados Orejones, que tenían la costumbre de alargar los lóbulos de sus orejas con pedazos y rodelas de madera, costumbre ancestral de sus antepasados que se estaba perdiendo. Raimondi mantuvo una posición neutral durante la Guerra del Pacífico (1879-1883). Al ocurrir la ocupación de Lima por las tropas chilenas, en enero de 1881, luego de las sangrientas batallas de San Juan y Miraflores, Raimondi llevó sus colecciones y pertenencias a su casa, la cual había puesto bajo protección de la bandera italiana.
A poco tiempo de su ingreso a Lima, la soldadesca chilena depredó el Museo de Historia Natural de la Facultad de Medicina así como hurtaron muebles, libros y materiales de la biblioteca y del laboratorio de Química. El batallón «Aconcagua» acampó en el Jardín Botánico destruyendo numerosas plantas y árboles. En sus viajes de investigación de la flora, fauna, geología, y como producto de su gran esfuerzo, hoy en día se cimenta numerosas ramas en el campo científico, que hasta ahora se estudian en las universidades peruanas. La obra más sobresaliente de Raimondi es «El Perú», editada en seis tomos entre 1875 y 1913, en su prefacio, anima y aconseja directamente a todos los peruanos a estudiar las riquezas naturales del Perú, hecho que lo convierte por virtud, para muchos historiadores y escritores, como un verdadero peruanista. En este punto, hizo mención a «la única enfermedad que sufren a veces los que habitan largo tiempo en la región de la Montaña» (llámese al habitante de la Selva de Llanura Amazónica), es una especie de anemia con hinchazón de cuerpo (anasarca)» y que atribuyó al clima tropical y la alimentación de alimentos de origen animal. Hoy sabemos que si bien es cierto que la escasa ingestión de proteínas tiene un papel importante en la génesis (origen) de los edemas, lo descrito por Raimondi era la anemia producida por la uncinarias y los edemas por la enteropatía perdedora de proteínas originada por la infestación de parásitos intestinales como el Strongyloides stercoralis. Raimondi visitó el departamento de Loreto en dos oportunidades. La primera vez entre 1859 y 1861, y la segunda entre 1868 y 1869.
Entre las numerosas plantas de la Selva citaremos a las de uso medicinal como la ipecacuana, la zarzaparilla, el huaco (usado por los indígenas contra el veneno de la serpientes), el sanango (empleado como antirreumático), las «plantas venenosas» (géneros Cocculus y Strychnos), el pucheri (para la disentería), la quina-quina (de la cual se extraía el bálsamo del Perú), el copaibo, el matico (para la curación de heridas), la patagua (purgativo potente), el hojé (antihelmítico), entre muchas otras. Es interesante notar que éstas son unas pocas comparadas con las que menciona en su segundo viaje por Iquitos. En efecto, en ella figuran, además de las mencionadas, el endano (contra las infecciones y el escorbuto), machacui-huasca (febrífugo), sangre de grado (contra las hemorragias) ñuñu-huactana (febrífugo y contra los males del pecho), caraña, ajengibre (para la disentería y como aromático), ancu-sacha (para curar las heridas y desinflamar), laurel, ataco-casha (purgante), viborilla-sacha (para aplicarse en la mordeduras de víboras), tintu-huma (para la tiña de la cabeza) purga-huasca (para los males estomacales), bolsamullaca (para la ictericia y las lavativas), tupa-sahairi (purgativo), puma sungu (para las enfermedades de la orina), culantrillo de pozo (diurético), chichirilla (purgativo), lancetilla (para la fiebre tifoidea y la viruela). Sahacapa (de semilla venenosa), suelda con suelda (para las fracturas, luxaciones y hemorragias), renaco (en las fracturas óseas), cami (su corteza se usaba para la ictericia y su flor en las fracturas), resina de espino (para el dolor de muelas), pingacuysasha (para los dolores abdominales), simba (para los dolores abdominales y la esterilidad), llutu-sutiru (para la sarna y el pasmo), sahara-mashu negro (como refresco), huairuru (para el flujo de sangre), caiulcu (para las tos de los catarros), huayusa (para los dolores abdominales), chuchihuacan (para los resfríos y dolores óseos) (vomitivo), milluarenaguillo (para las fracturas), aca-ñahui (para las mordeduras de víboras). La visión de Raimondi exige como única posibilidad la fuerza y acción dignificadora del trabajo para transformar en riquezas estos inmensos recursos naturales. Somos también un país áureo pero gracias al esfuerzo de gente de oro que edificó sobre la arena, el barro y las piedras del territorio más accidentado y difícil del mundo un país con futuro. Cuando los soldados chilenos ocuparon San Pedro de Lloc, su casa y su finca merecieron el respeto de los oficiales chilenos, por ser un ciudadano Italiano para que no ofendieran ni se apropiaran de sus bienes.
El sabio es muy bien recordado porqué entregó la mayor parte de su vida al estudio del Perú, y escogió esta ciudad de San Pedro de Lloc, por su clima, y su producción agrícola y pesquera. Su legado científico y moral representa uno de los capítulos más hermosos en la historia universal de las ciencias naturales. La tarea de la divulgación de su obra y su fe inquebrantable por el Perú, se renuevan generación tras generación, entre quienes encuentran en el ejemplo de su vida, inspiración para un futuro mejor. Antonio Raimondi siempre postulo que la riqueza se creaba, si bien el Perú es un país rico en recursos, ello no significaba nada sin trabajo, inversión ni tecnología. Nuestras riquezas naturales aparecen dispersas en áridos desiertos, agrestes montañas, impenetrables bosques o el azul profundo de nuestro mar y ríos de nuestra Selva. Cuando usted realice un viaje de paseo o de excursión por carretera, y vaya por la Panamericana Norte, de Lima a Chiclayo, no se olvide de visitar San Pedro de Lloc, capital de la Provincia de Pacasmayo, Departamento de La Libertad, y llevarse el recuerdo de su Casa-Museo de Raimondi, tierra del cemento «Pacasmayo», del buen ceviche de lagartijas, de la chicha de jora, del caballo de paso, de la buena música con el Grupo Cinco, y de su Marinera Norteña.
