El reloj marcaba las 3 de la tarde cuando la plaza 28 de Julio se empezaba a rodear de ciudadanos en su mayoría indignados por lo que el gobierno fujimorista provocó con la firma del Tratado de Itamaraty entregando territorio del país al Ecuador, cuya guerra fría venía de años por las pretensiones expansionistas del entonces mal vecino.
El tema no está zanjado en su totalidad, pero está claro que no tenemos por qué ceder territorio. Mirando a la distancia de los años con más de dos décadas, es comprensible que el hartazgo y la impotencia de la población frente a un gobierno por decir lo menos, cínico; además del hablar y gritar popular, trajo el estallido de la protesta.
La época era muy difícil y arriesgada como ahora en términos de salir a protestar, por el “terruqueo” ofensivo contra quienes se atrevían a encarar al gobierno central respecto a sus acciones negativas y enormes presunciones de corrupción que luego con los “vladivideos” se pudo comprobar y más, tras profundas investigaciones que hasta la actualidad se han develado.
El hartazgo como actitud tiene su respaldo constitucional cuando se laceran los intereses de cada uno de los peruanos y del país en esencia. Y en ésa época se buscaba el enfrentamiento entre quienes no respaldaban al gobierno fujimontesinista y a quienes los apoyaban por equis razones, que ni la entrega irracional de territorio patrio los hacía reaccionar.
Sin embargo, tras esta figura real de la defensa del territorio patrio y la dignidad de Loreto que desde muchos años atrás se ha tenido que enfrentar casi en solitario en la defensa de su terruño, estaban otras oscuras posibles motivaciones, que era aprovechar la coyuntura de protesta para encargar la incineración de edificaciones claves con archivos documentarios de casos en investigación, tal es así que se incendiaron ambientes de la Corte de Loreto, del Gobierno Regional que funcionaba en la calle Ricardo Palma y entre otros de la Contraloría de la República. Valiosa documentación se hizo cenizas.
El saqueo que se infiltró también causó preocupación respecto a información que podrían contener las computadoras y sus memorias (CPU). Toda la confusión que empezó con la quema de un auto al caer la tarde, la sentida muerte de personas que estaban en la plaza, hasta horas después convirtieron a Iquitos en una ciudad ardiendo en llamas en varios puntos del centro histórico.
Los análisis y reflexiones pueden venir desde diferentes ángulos y enfoques, pero una sola motivación lleva a estas situaciones: gobernantes que no se identifican con la peruanidad, que todo lo ven negocio sin importar los intereses nacionales, que es el interés del pueblo o de la ciudadanía que sigue esperando gestiones honestas con visión de real desarrollo en igualdad de oportunidades para todos y todas.