- Trabajaba en un albergue turístico donde llegan personas de todas partes del mundo.
Después de muchas lunas se pudo ubicar en la tranquilidad de su hogar a Rony Pérez Isuiza (57), saboreando un delicioso chilcano de Zúngaro, al lado de su esposa. Rony pregunta el motivo de nuestra visita. Le pedimos que nos regale una entrevista ya que hace más de 4 años, que lo andábamos buscando.
Acepta. Lo dejamos narrar todo lo que tenía adentro. “Yo trabajaba para el albergue Explorama, del señor Piter Jeisson. Él murió, quedó a cargo su señora de nombre Pamela. Yo trabajaba arreglando los cuartos y también atendía en el comedor, igual hacía de mozo, de barman.
El día 13 de marzo del año 2020 llegó al albergue un grupo de 120 turistas, de todas partes del mundo, americanos, chinos, latinos. Hubo una fiesta y los fui a atender, con otros compañeros. Ellos estaban ahí, pero yo fui el primero en contagiarme porque me quedé atendiendo a unas chicas y un joven que eran chinos.
Estaban en una habitación, se quedaron de la excursión porque estaban mal, tenían fiebre, me quedé con ellos atendiéndolos, les llevaba sus comidas al cuarto, no sabíamos nada del covid.
Al día siguiente ellos salieron en la mañana, yo todavía salí en la tarde. Me fui a Indiana a tomar un par de cervezas con unos amigos y en la tarde salí. Al cuarto día recién me empezó la fiebre, cómo se enteraron que tenía esa enfermedad me sacaron de mi casa en Versalles y me llevaron al hospital.
En el hospital regional me tuvieron 3 días sin que me hicieran nada. Nadie me tocó, ni siquiera me daban mis alimentos o medicina. Pedí mi alta voluntaria. En casa, como mis hijos habían llegado de Lima, 4 ya se habían enfermado. Yo sentía como se me cerraba el pecho, me dolían los pulmones, no podía respirar mucho.
Me salvé y también a todos los que estábamos en casa. Fue gracias a mi esposa porque ella nos hacía los preparados de vegetales. Le echaba kion, cebolla, ajos, eucalipto, mentol, con eso nos curó. Pero una vez me puse muy mal, me faltaba la respiración, ya me estaba despidiendo de ella y ella me dijo, recemos, recemos mucho, Dios nos va a escuchar, tú no te puedes morir. Así lo hice y al poco rato sentí que mis pulmones se abrían, nuevamente podía respirar” cuanta Rony.
Mientras que su esposa deja de tomar su chilcano de Zúngaro, para contar un poco del mal trato (o miedo de los profesionales) dado a su esposo en el hospital regional.
“Yo al ver que los días pasaban y no sabía nada de mi esposo, le envié un celular entre su ropa. Él me dijo que nadie lo había atendido, que se iba a morir ahí adentro porque sentía que se le cortaba la respiración.
Él me llamó y me dijo que se encontraba bien y que no lo atendían pese a ser el primero en haber cogido el contagio. Yo ahí le llamé al Dr. Minaya, un médico que laboraba en el gobierno regional. Ella le riñó a una enfermera, por no haber atendido al primer paciente que llegó con covid.
Yo le dije a él, para que vas a seguir ahí si nadie te ve, mejor te atiendo en caso, que se regrese. Y así fue.
Una prima que vive por la Colonial, me dijo compra medicina vegetal, me dio la receta para hacer las evaporaciones, y con eso los he salvado a todos. Si lo dejaba en el hospital capaz que se me moría. Yo no me contagié en ninguno de los años. La fe y Dios nos ha salvado, somos muy creyentes” narró la señora.
Les agradecemos por el testimonio y solo pedimos a Dios, que no ingrese otra plaga y se lleve a mucha gente valiosa en el mundo. Porque los que quedamos realmente somos sobrevivientes de la pandemia. Algo nunca vivido en la historia reciente del pueblo.
(Luz Marina Herrera Lama).