- 202º Aniversario de Creación de la Marina de Guerra del Perú y 144º Aniversario del Combate Naval de Angamos
¡Homérico Almirante! ¡Gran Señor de la Historia!
¡Magnánimo Guerrero! ¡Valiente Capitán!
Las piedras de los Andes, los bronces de la Gloria
Irradian sobre el mundo tu gesta, Titán.
Carlos de la Jara
“Con él en nuestra historia, tan llena de abismos y a la vez bordeada de cumbres, renace la estirpe de los hombres que hizo posible el dominio del suelo duro y áspero, la creación de un Perú legendario y la gran aventura de la Independencia del Continente; la raza que justifica nuestra existencia como pueblo libre; la gente que nos dio temprano un sitio de honor en el mundo ya que a veces suele parecer extinguida o puesta de lado por la caterva vociferante y audaz de los enanos, por la moralización de los débiles y por el aprovecharse de los malos. Por eso, GRAU expresa las potencialidades que, a pesar de todo, hay en nuestra gente; nos da un incorruptible tesoro espiritual: hierro de heroísmo, plata de aptitud, oro de bondad. Y, como a todos los grandes de esta América para la que la historia es sólo prólogo, puede ser llamado Adelantado, Fundador y Padre”.
Así con una pluma prolija describía Jorge Alfredo Basadre Grohmann, Maestro e Historiador peruano, la figura del epónimo Miguel Grau.
Grau tuvo una vida signada por sucesos fuertemente insondables y por roles múltiples en los que siempre destacó: marinero, marino, padre mimoso, esposo íntegro, político enérgico. Estás características resaltan su humanidad, que muchas veces se ve nublada porque solo se escribe de él como el innegable héroe que es. Estos momentos, que vivió intensamente desde su precocidad, forjaron en Grau el carácter que supo imprimir en cada uno de sus actos hasta morar en la gloria.
Su niñez, no fue la delicia de los niños bien. “En 1839 tras un sarampión galopante que supera gracias a los cuidados de su madre Luisa Seminario y de su tía Mariana de Ramos pasa a ser un infante robusto que es entregado a su padre y es puesto bajo los cuidados de doña Rafaela Angeldonis. Transcurre 1843 cuando se hace a Paita, donde por sus características de fortachón, laborioso y saber moverse en la mar como si hubiese nacido en ella, es elegido por Manuel Francisco Herrera Castellanos, Capitán del bergantín Tescua para ser marinero siguiendo las aguas a su hermano Enrique quien ya navegaba en la goleta granadina Catalina. Herrera se encarga de llevarlo de paje y aspirante a lobo de mar. Cumple los nueve años en el mar”, nos narra Guillermo Thorndike Losada con sencillez y detalle en su libro “Grau Los Hijos de los Libertadores”. Y así comienza ese periplo inagotable de marino marinero que se extiende a lo largo de una década y que representa su tránsito por 12 embarcaciones distintas y un total de 102,854 millas náuticas recorridas, según un estudio desarrollado por la Dirección de Hidrografía y Navegación. En referencia a esta época, el periodista argentino Aristóbulo del Valle señala que Grau “… no gozó en su infancia las dulzuras divinas del más puro de los amores; no tuvo otra madre que el mar, cuyas brisas mecían su cuna, noche a noche, mientras se adormecía escuchando el dialogo sin fin de los vientos y las olas”.
Antes de incorporarse a la Marina de Guerra, Grau fue discípulo en Lima del Profesor y Poeta español Fernando Velarde quien al recordarlo nos deja un bello tono humano del excelso Almirante:
Nunca fuiste risueño ni elocuente,
Y tú faz pocas veces sonreía,
Pero inspirabas entusiasmo ardiente,
Cariñosa y profunda simpatía.
A los 19 años fue aceptado como guardiamarina en la Armada Peruana con la anuencia de su padre siendo destinado al “Rímac” que posteriormente se llamará “Noel”. En octubre de 1854 lo recibió el pailebote “Vigilante” y posteriormente el “Ucayali”. Así inició Grau una carrera exitosa pero arriesgada basado en lo compleja de la situación política del país. Ascensos, rebeldía como aquella contra la contratación del Comodoro estadounidense John Randolph Tucker quien fuera incorporado a la marina peruana como Almirante Trasero y nombrado Comandante en Jefe de la División Naval del Perú. Acompañado de Ferreyros, García y García y Montero, los “cuatro ases de la marina del Perú” se amotinaron purgando prisión en la isla San Lorenzo. Estás condiciones, que a cualquier otro le hubiese hecho desistir de cualquier emprendimiento, no fueron obstáculo para Miguel María. Estos vaivenes le representaron el cumplimiento de su compromiso, repitiéndose día a día la siguiente sentencia: “el deber no es una carga; es la fidelidad a íntimos convencimientos y creencias” actuando en consecuencia y así lo evidenció cumpliendo sus obligaciones de forma natural y sencilla, tal como lo registra Don José Agustín de la Puente Candamo en su obra Miguel Grau.
Imaginarnos a Grau vestido en traje de civil a la usanza de la segunda mitad del siglo XlX nos parecerá imposible y mucho menos puesto de pie debatiendo con sus pares en el Parlamento nacional. Elegido Diputado por Paita juramenta el 4 de agosto de 1876 iniciando así una incesante actividad como político que no estuvo fundamentada en arrebatos o manifestaciones de último momento sino una bien fundada actitud coherente y consistente como cuando rechazó la revuelta encabezada por los hermanos Gutiérrez” nos dice Teodoro Hampe Martínez, en su obra titulada Miguel Grau, protagonista político. En su quehacer como parlamentario fue miembro de varias comisiones, no sólo la de Marina la cual llegó a presidir y no solamente se dedicó a ver temas de la provincia por la cual fue electo, sino también impulsó proyectos a favor de Madre de Dios, Moquegua y Lima, entre otros. Tuvo enorme preocupación por el sueldo de los oficiales y de la marinería. Durante esta etapa de su vida tuvo una acción que lo vincula con nuestra Amazonia: mediante Dictamen de la Comisión de Marina del 3 de noviembre de 1876 propone la resolución del Congreso para que se reconozca la pensión de montepío a los familiares del Alférez de Fragata Alberto Westt, quien falleciera al servicio de la República en exploración de las regiones amazónicas, al igual que el Alférez de Fragata Juan Antonio Távara.
Mayo de 1,879 llega el momento de zarpar al sur, “Si mi nave no vuelve triunfante, tampoco yo volveré”, declara y ordena como era su costumbre: “Larga en nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Señor oriente nuestro rumbo, nos guie a buen puerto y nos haga volver al hogar”. Mayo 21 Iquique. “Tripulantes del Huáscar: ha llegado la hora de castigar al enemigo de la Patria y espero lo sabréis hacer, cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de Junín, Ayacucho, Abtao y 2 de mayo. ¡Viva el Perú!”, arenga Don Miguel a su tripulación antes del combate que le diera el calificativo inmortal de Caballero de los Mares y que detalla con precisión el periodista Julio Octavio Reyes quien fuera corresponsal en el Huáscar del periódico Opinión Nacional.
El Huáscar entra en combate, se cañonea dos horas con la Esmeralda sin resultados aparentes, el aplomo y la maestría para ejecutar operaciones de guerra del comandante de nuestro monitor lo llevan a espolonear tres veces a la nave chilena, hundiéndola partida en dos. De inmediato dispone el arriado de los botes y el salvamento de los náufragos de la corbeta. En este episodio se puede observar una vez más la grandeza de Grau como hombre predominando el afecto sobre la idea y que se arraigara al grito de ¡Viva el Perú Generoso! por parte de los marinos chilenos.
Angamos 08 de octubre, 09:55 de la mañana, se abre el camino a la gloria, el Capitán de Fragata Manuel Melitón Carvajal en su parte da cuenta “un proyectil chocó en la torre del comandante, la perforó y estallando dentro hizo volar al Contralmirante señor Grau, que tenía el mando del buque y dejó moribundo a su ayudante el Teniente Primero Diego Ferré. Al respecto Vicuña Mackenna escribe “ignoramos en estos momentos los detalles de su fin. Pero Miguel Grau, el vencedor de Prat, el que lamentó su muerte y recogió con piadosa ternura sus prendas, no puede haber sucumbido sino como mueren los bravos: al pie del cañón”. 10:55 de la mañana, a la cuadra de Punta Angamos. La escuadra chilena ya no disparaba. Nuestro gigante monitor, luego de luchar bravamente, a la orden de su último Comandante Teniente Pedro Gárezon Thomas los maquinistas abrieron las válvulas para hundir el Huáscar, idea profunda y enraizada “preferible hundido, jamás rendido”. El abordaje de los chilenos impidió esta acción y nuestro monitor se mantuvo a flote.
El mundo entero se aunó al pesar por lo sucedido en Angamos; así el diario “La Mañana” de París escribió de este modo: “El “Huáscar” representa en la historia naval del Perú un caso único, por su gesto gallardo y heroico. Estuvo comandado por el Almirante Grau que dejó con su muerte un futuro igual al que dejó el Almirante Nelson en la batalla de Trafalgar”. Octubre 10. El Tiempo de Londres: “El Huáscar es un barco histórico, que figura en todos los combates navales en el curso de la guerra; ha bombardeado las poblaciones de los chilenos (solamente aquellas fortificadas), perseguido y capturado sus buques transportes y ha sido por varios meses el terror de la costa chilena. Al mando de un hábil y valiente oficial y tripulado por hombres excelentes, el Huáscar ha sido siempre un formidable adversario”.
Jacinto López, escritor venezolano, en su libro “Historia de la Guerra del Salitre y del Guano” nos reseña “El Huáscar es la maravilla de esta guerra. Sin él en realidad no habría habida campaña naval. La guerra en el mar terminó cuando él sucumbió. Suprímase el Huáscar y se verá el vacío. La guerra naval tuvo decoro, dignidad, brillo, emoción dramática, grandeza por el Huáscar. Pero el Huáscar era Grau. La historia de la Guerra Naval, comienza con el bloqueo de Iquique y concluye en Angamos, los dos acontecimientos decisivos y culminantes de la campaña, la llenan en suma las hazañas de Grau y las torpezas, maldades y crueldades de William Rebolledo, el Jefe de la Escuadra Chilena”.
Nuestra gloriosa Marina peruana que hoy celebra su bicentésimo segundo aniversario de creación heredera de Grau y custodia de sus valores, cumple hoy con la misión que la patria le impone: salvaguardar nuestra soberanía, tutelar la democracia y apoyar al desarrollo del país hasta el más recóndito de los lugares que cubre nuestra bandera. Esto se ve reflejado en acciones concretas, dejando de lado las soflamas, fortaleciéndose con él Tacna para servir mejor al país en casos de emergencia, sumando a la Unión para formar más y mejores marinos con amplitud de miras y fortaleciendo la presencia naval peruana en el mundo, el Carrasco como plataforma científica y logística que permite al país poder cumplir con sus compromisos de la Comunidad Antártica, las acciones de las Plataformas Itinerantes de Acción Social apuntalando con ello su presencia histórica y perdurable en la Amazonia, vitalizada por actividades de desarrollo en las comunidades más alejadas de la extensa selva peruana, como la campaña “Leer para Crecer”, habiendo instalado 47 bibliotecas rurales, llevando la presencia del Estado a los más recónditos lugares no solo por su nuevo rol sino por la estela dejada por Grau en su profunda voluntad de servicio al país.
Gloria a Grau y loor a la Marina de Guerra en este día de especial significación, el ejemplo de Grau y la de los hombres que lo sucedieron marcan un rumbo perenne para todos nosotros y debemos de esforzarnos para dejar nuestro país en mejores condiciones de lo que lo encontramos.
Profesor Menotti Juan
Yáñez Ramírez





