El Perú, por su privilegiada ubicación geográfica, desde siempre ha contado con grandes posibilidades de desarrollo sostenible frente a los países vecinos. Sin embargo, los gobernantes de turno nunca le han prestado la atención necesaria para conocer el potencial que podrían sacar de todas las zonas fronterizas, la mayoría se ha preocupado únicamente cuando se propalan rumores de ataques a la soberanía o conflictos militares.
Es por ello que los pueblos regados por las zonas de frontera en el Perú son quizá los más endebles, los más necesitados de apoyo y por lo tanto con escasas posibilidades de salir adelante con un desarrollo importante. Teniendo, reiteramos, recursos naturales ricos que podrían ser transformados si se contara con la base principal las 24 horas del día, como el servicio eléctrico, agua potable y tecnología de punta.
Soplín Vargas es una muestra de ello, Curaray igualmente, así como Santa Rosa (solo refiriéndonos a la selva), vecina de la ciudad brasilera Tabatinga y Leticia de Colombia, cuyo desarrollo es visible y hasta «hieren» el corazón de los peruanos al compararlas rápidamente con la localidad de Santa Rosa, que queda prácticamente como un «caserío» frente a ellas.
No hay que olvidar que el ex presidente Alan García, llegó hasta el «Trapecio Amazónico», pero no se dignó en cruzar el río «Solimoes» (Amazonas) para ver la realidad de Santa Rosa. No le importó. Actualmente el gobierno del presidente Ollanta Humala, está haciendo los esfuerzos por llegar y atender a los pueblos mencionados, pero aún queda corta esa ayuda porque no se trata de brindar solo programas sociales, sino de todo un presupuesto «monumental» para un real desarrollo fronterizo que atraiga inversiones importantes tanto de Perú como de empresarios vecinos.
Se ha dado a conocer que el gobierno regional viene impulsando el servicio de energía eléctrica las 24 horas del día para Santa Rosa y ojalá sea así, pero eso sería tan solo un punto de partida para el tan ansiado desarrollo fronterizo que no tiene cuándo llegar.