Por: Adolfo Ramírez del Aguila
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En todas las escuelas del país, estamos festejando, el gran orgullo de ser peruanos. Con desfiles, pasacalles, estampas y danzas, nuestros estudiantes de todo el país, han tomado literalmente las calles para hacer derroche de peruanidad. Un acto de amor sincero y fe en nuestro Perú.
Es inevitable recordar, aquella época del fujimorismo donde un presidente de facto en ese entonces, mostrando una partida de nacimiento de dudoso origen, hizo coincidir el 28 de julio con su onomástico, obligando burdamente a todos los peruanos, a reemplazar las Fiestas Patrias por su cumpleaños. Recuerdo, que el verdadero patriotismo en ese entonces de la historia, era suspender todo tipo de desfile escolar, para mostrar desde la escuela, una valiente posición cívica y democrática en contra del autócrata. Finalmente, y gracias a Dios, el dictador de pies de barro cayó, y desde ese día, la celebración del cumpleaños de la patria, fue devuelta a todos los peruanos.
Esta es mi tierra: pródiga en recursos naturales, rica en biodiversidad, multi-variada en ecosistemas, que nos regala la oportunidad material de cimentar las bases de un mejor desarrollo sostenible que beneficie económicamente a todos sin descartar a nadie. No perdemos aún la fe, que llegará ese día, en que la desnutrición de un niño, la miseria de una madre, el abandono de un anciano, el olvido de un enfermo, serán situaciones superadas.
Así es mi Perú: multi-diversa en su cultura, multi-étnica en su gente, multi-linguística en sus comunicaciones que nos regala la oportunidad de construir un país de todas las sangres, de todas las pieles, de todas las almas, formando un solo cuerpo nacional que integre a todos y a todas, sin discriminar a nadie. No perdemos aún la fe, pues llegará ese día en que los peruanos, libres de todo prejuicio, nos abrazaremos como hermanos, cicatrizando todas nuestras heridas existenciales, superando todos nuestros odios políticos y ahuyentando a ese pernicioso desprecio por la vida que nos ha vuelto muy violentos.
Esta es mi tierra: valorada en el mundo por su riquísima gastronomía, aplaudida internacionalmente por sus lauros deportivos, venerada por sus increíbles rincones turísticos, admirada por su profunda religiosidad popular que nos regala la maravillosa oportunidad de demostrar que somos más que nuestros problemas, somos más que nuestros escándalos. No perdemos aún la fe, que superaremos nuestras propias vallas para demostrar sin complejos, que ser peruano siempre será sinónimo de creatividad, de perseverancia, de pundonor.
Así es mi Perú: con un pasado de tantos aprendizajes, con una historia escrita con la sangre de tantos peruanos que nos han enseñado a nunca doblegarnos ante la adversidad, y que han construido nuestra grandeza promoviendo el bien común, la justicia, la paz, la inclusión y el amor. No perdemos aún la fe, que nuestras luchas del día a día, vencerán a todos los sometimientos y desterrarán a las ideologías del servilismo.
Esta es mi tierra que se construye día a día, gracias a la lucha de una madre que saca adelante a sus hijos, al levantamiento de un obrero que arranca sus reivindicaciones, a la irrupción de un campesino que lucha por un trato digno, a la cruzada de un funcionario que muestra las manos limpias. No perdemos aún la fe en una nueva república, que defienda de verdad los sagrados intereses de las grandes mayorías.
Así es mi Perú: que se construye gracias a la perseverancia de un deportista que logra sus altas metas, a la dedicación de un maestro que genera una educación de calidad, al despertar de un joven que abre espacios de participación, al grito de una mujer que exige sus derechos pisoteados, a la resistencia de un nativo que defiende sus bosques de los depredadores humanos. No perdemos aún la fe, que esos peruanos que luchan cada día, harán del Perú un país de ensueños, un país del ¡sí se puede! un país enrumbado hacia su bicentenario, como pueblo de todas las sangres, como pueblo que busca su la real independencia.
Esta es mi tierra: un lugar en donde se construye peruanidad, en el acto concreto de un policía correcto que da ejemplo en el cumplimiento de la ley, en el político honesto que cuida los recursos del Estado, en el juez probo que hace justica según las leyes y su conciencia, en el médico humano que cuida la vida sin olvidar su juramento hipocrático. No perdemos aún la fe en ese Perú, donde todavía es posible encontrar un abogado que defiende el derecho de los débiles, un maestro que enseña la verdad con el ejemplo, un ingeniero que pone el cemento exacto para que no se caiga el puente, un comerciante que vende con el precio exacto, un motocarrista que trata con amabilidad a sus pasajeros, un gobernador que maneja la cosa pública con transparencia.
Así es mi Perú: con un gran pasado escrito con la sangre de Manco Inca, Túpac Amaru II, José Olaya, Miguel Grau, María Elena Moyano, Rosa Panduro, el soldado desconocido, entre otros, que no dudaron en arriesgar su propia vida para impedir la intromisión de los que siempre se creen dueños del mundo. No perdemos aún la fe, en los peruanos de hoy que seguirán la tradición de nuestros mártires, que no vacilarán en expulsar a los oportunistas de toda laya, que no dudarán en inmolar su propia vida, por amor a sus hijos y a los hijos de los demás.
«Esta es mi tierra, así es mi Perú» dice una bonita canción, y tenemos fe en todo ese potencial que late en el corazón de cada peruano y peruana. Dios bendiga a nuestra nación ¡Felices Fiestas Patrias! Amén.