Escándalo en Maynas

Dicen que Dios perdona el pecado, mas no el escándalo. En el caso del cese de Lorenzo Álvarez Farro, tanto el pecado cometido por el ex gerente municipal de no haber cumplido la orden del alcalde Charles Zevallos en pagar las facturas atrasadas por servicios de recojo de basura a Herman Pezo, como el escándalo de haber sido cesado en el acto por el burgomaestre, ante tamaña desobediencia, pone en el tapete una gran verdad: Charles Zevallos está a la orden del empresario de la leche y de la basura, cumpliendo sus dictados a pie juntillas, sin dudas ni murmuraciones.

Álvarez Farro, ha salido a los medios a dar la cara. Y lo ha hecho hablando claro. Que bien sabe el alcalde  que él no está dispuesto a ir a la cárcel por un capricho o por una imposición. Esta vez ya no, le ha dicho Lorenzo a Charles, quien se está haciendo conocido por su interjección favorita: ¡bótale!

Es más, Álvarez Farro ha dicho que hay tremendas irregularidades como las que descubrió en un proceso de licitación para beneficiar a terceras personas, entre ellas al empresario Herman Pezo.

Es vox populi que el barón de la leche y la basura, fue el más importante financista de la campaña de Charles Zevallos, quien hasta hace poco, había declarado que se encontraba en bancarrota, pero que a vista de todo el mundo exhibe un ritmo de vida con muchas comodidades con carro nuevo, casa nueva en Lima, joyas y viajes. La inversión hecha por Herman Pezo en la campaña política del entonces candidato a la alcaldía de Maynas, determinaría la ascendencia y poder que tiene sobre el alcalde Charles Zevallos, quien evidentemente está sojuzgado y agarrado del cogote.

Este es un escándalo de grandes proporciones que el rubicundo alcalde no podrá desviar, ni menos tapar con una de las chambonadas que seguramente irá a expresar a su retorno de Leticia. Eso sería como pretender tapar el sol con un solo dedo. El pueblo asiste asombrado ante tal alboroto, no se repone del primer impacto de saber las cosas que pasan en su municipalidad; pero cuidado, esto podría provocar la ira del soberano, confundido en querer encontrar una salida en el laberinto de la corrupción, para alguna vez sentar la moralidad como base de su gobierno local.

La presión de quien en el entorno de sus amigos se precia y jacta de manejar a las autoridades, debe ser puesta de lado y eso sólo se puede lograr cuando en un acto de respeto a la ciudadanía, el alcalde ponga su cargo a disposición, renunciando en el acto, para salir del affaire que está en boca de todo Iquitos.

Pero eso es pedir lo imposible. Aún faltan tres años y medio para seguir pagando los favores, para seguir medrando y así ir día a día, acrecentando la fortuna. Mal habida por cierto.