Escribe: Luis Alfonso Pinedo Piña
(luisalfonsopinedo1962@gmail.com)
Esta frase la escuche decir a mi amigo José Barletti en una de las tantas reuniones que compartí con él cuando trabajamos juntos. Dijo que la frase no era de su autoría, pero, cuando lo dijo, le vi casi convencido de que esta frase encerraba una verdad. No pude percibir con claridad si este eximio maestro, estaba de acuerdo o no con tal afirmación. Con la convicción que le caracteriza, hizo un frío análisis de las evidencias, a las que enganchó el hecho de que ese día, juramentaba como ministro de Educación, un profesional no maestro, el economista Jaime Saavedra Chanduví.
En efecto, al parecer, el Estado a través de su Ministerio de Educación piensa así. Sólo basta mirar la última Norma Técnica publicada, la N° 026 – 2016 – MINEDU, que tiene que ver con la implementación de las intervenciones pedagógicas en el marco de los Programas Presupuestales PELA, ACCESO E INCLUSIÓN (Programas educativos), y se darán cuenta que se está marginando a los docentes, para contratar sobre todo en las Jefaturas, a profesionales no docentes como: Economistas, Administradores, Ingenieros Industriales, Estadísticos, Técnicos en Computación, etc.
A nuestro modesto entender, de una u otra manera, todos los profesionales pueden aportar su granito de arena al campo educativo, sin que ello signifique darles la responsabilidad de dirigir los destinos de nuestra alicaída educación. La administración educacional debe corresponder a los maestros; los profesionales de otras carreras, deben ser los soportes de aspectos que los docentes no manejen.
Es un reto, entonces, para los docentes que tengan ambiciones de llegar a los puestos más altos de la jerarquía educativa provincial, regional o ministerial, realizar estudios complementarios de administración o gestión de la educación, que los ayude a tener una visión más amplia y profunda de la problemática educativa y de sus posibles soluciones, entendiendo que, en la actualidad, el secreto está en seguir fielmente lo recomendado por los organismos financieros internacionales y lo planificado en el Proyecto Educativo Nacional, ya que, en el caso nuestro, a nivel de región, no tenemos nada planificado.
En la lógica de interpretar a rajatabla esta frase, y dada la crisis evidente en todos los sectores, podría también decirse que, «Es un pésimo negocio poner la salud en manos de los médicos» O quizás, «Es un pésimo negocio poner la justicia en manos de los abogados, fiscales o jueces» O tal vez, «Es un pésimo negocio poner la política económica en manos de los economistas», por citar algunos ejemplos, y darle esos sectores a profesionales de otras carreras?
Es que todos los gobiernos de turno siempre han echado la culpa de la crisis del sector educación a los maestros, lo que no sucede con los otros sectores, en esa magnitud. No se dan cuenta que, desde hace muchos años atrás, la inversión que hace el Estado en educación es bastante baja comparado con la de otros países. Que, el Estado mete en un solo saco a todas las regiones, sin tener en cuenta que el Perú es un país diverso geográfica, social y culturalmente. Que, carecemos de un modelo educativo propio que nos lleve a formar ciudadanos para una sociedad más justa y solidaria. Que, la formación magisterial en inicio adolece de problemas estructurales. Que, la corrupción en el sector hace trizas los exiguos presupuestos con que cuentan los órganos descentralizados del sector. Ni qué decir de las falencias que evidencian el currículo único y los programas de formación en servicio.
Habría también que aclarar que la educación no debe ser vista como un negocio. La educación es un servicio esencial básico que debe ser brindado por el Estado sin ningún tipo de condicionamientos. Si la educación es vista como un negocio se desvirtúa y se orienta a su privatización, y en un país como el nuestro, con tantas desigualdades, las oportunidades no serán las mismas para todos, y campeará el imperio de la injusticia que genera marginación y discriminación y como consecuencia de ello, violencia social. Es necesario entonces que el Estado asuma el rol que le corresponde sin tirar la piedra a quien no le corresponde esa responsabilidad.
Precisamente en el Perú, para disimular su incapacidad, el Estado se convierte en promotor del «negocio» de la educación privada. En muchos gobiernos he visto que, promotores de la educación privada han dirigido los destinos de la educación pública, convirtiéndola en un «negocio» poco rentable. Para estos promotores, este servicio es exitoso cuando solo ellos lo dirigen como empresa privada; si el Estado lo hace, va a ser un servicio deficiente y carente de calidad. No está demás decir que, de casi todos los que dirigen nuestra educación pública, sus hijos estudian en escuelas privadas. Es decir, son administradores de un servicio que no lo utilizan.
Finalmente, merece reflexionar sobre lo dicho por Paulo Freire «Frente a una sociedad dinámica en transición, no admitimos una educación que lleve al hombre a posiciones quietistas, sino aquellas que lo lleven a procurar la verdad en común, «oyendo, preguntando, investigando».
Los maestros, así como enseñamos, también somos capaces de aprender viendo, oyendo, preguntando e investigando, por lo tanto nos deben dar las responsabilidades que nos corresponde en nuestro sector, sin que esto sea visto como un pésimo negocio.
Interesante artículo. Basta ya de menospreciar la noble tarea de los educadores. Como en todos los gremios profesionales, hay baja calidad de algunos docentes, pero, la gran mayoría muestra un profesionalismo acorde con las exigencias sociales que nos demanda el pueblo.