Se ha iniciado la Semana Santa que celebramos los cristianos, y con el respeto que también se merecen nuestros lectores que no son creyentes, hoy queremos decir que elevamos nuestras plegarias al creador de la vida, para que perdone nuestros pecados y nos ayude a salir de esta crisis mortal sanitaria.
Si bien no estamos en el rango de provincia en riesgo extremo como desde hoy 19 provincias del país así están catalogadas, sentimos todavía la pegada de esta enfermedad que se lleva seres queridos y otros tantos que sobreviven, pero que siguen luchando por las secuelas que deja el virus.
Le podemos decir al Señor espiritualmente que cómo quisiéramos que al haberse recordado ayer Domingo de Ramos la entrada triunfal a Jerusalén, esta figura de la historia de la cristiandad se replicara, como la entrada de nuestra región, país y el mundo, a la desaparición de este virus que ha sorprendido a la ciencia y todos asumimos riesgos mientas siga siendo investigado, para encontrar la cura definitiva.
Por eso pedimos, rogamos que esta Semana Santa de reflexión, sea también de arrepentimiento y de ofrenda al Señor, ofrecerle nuestro cumplimiento con su palabra divina, con las enseñanzas que nos dejó, que cuando estuvo de paso por la tierra nos dejó los ejemplos de vida en busca de la santidad, de la salvación, honrando su palabra.
En el mundo millones estamos orando casi permanentemente, pero la fuerza de la oración solo será posible en la medida que nuestros pecados vayan siendo menos cada día. Por eso es nuestra oportunidad en esta Semana Santa de pedir por el perdón de nuestros pecados, al mismo tiempo que nos comportemos conforme los Diez Mandamientos de la Ley de Dios.
Es muy posible que Dios Padre esté enojado con nosotros que nos llamamos en oración cuando pasamos situaciones difíciles, pero en otros momentos no nos acordamos y nos distraemos solo con las bondades mundanas de nuestra creación, desmereciendo la humildad con que Jesús nos llamó a ser parte de su divinidad.
Ya hemos ingresado a la Semana Santa y de corazón esperamos que el Domingo de Resurrección, signifique también nuestra reinvención como nuevos seres ligados a la palabra del Dios que conocemos los cristianos y veneramos, esforzándonos en cumplir su mandato. Puede ser una ofrenda al Señor como parte de nuestra súplica para que esta pandemia termine. También depende de nosotros.
Lo Último
Entrada triunfal
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