El proceso electoral que se avecina, viene a ser una especie de desafío a quienes, dotados se supone de buenas intensiones, pretenden lograr una ubicación preponderante en el escrutinio final de la gran justa electoral que nos permitirá elegir ojala que esta vez sí, a un líder que involucre en toda la sabiduría de quien haya merecido el favor del pueblo.
Pero la decencia no solo debe ser característica del principal, sino de todos y cada uno de los que por ideología o fervor amistoso han acompañado al triunfador en la dura lid que habrá dejado muchos y quizás valiosos personajes que por su temperamento y conocimientos, merecerían ser integrados a las filas del triunfador, pero no como proselitistas del partido ganador, sino como apoyo a la gestión por iniciarse ya que así además de brindar una imagen positiva ante el electorado, también merecerán el reconocimiento general que a la postre podría servirles en un próximo proceso bajo las mismas condiciones, intentar le triunfo que les puede ser favorable.
Otro paso a decidir es el de no confiar ciegamente en las encuestas, pues dado que hasta ahora ninguna de las entidades que se dedican a tal misión han presentado la autorización correspondiente para otorgarles crédito.
Nuestro afán de verter una información real y severa, sobre la realidad de los prolegómenos del proceso, nos llevará a fines de semana a entrevistar a un cierto número de ciudadanos, que con sus opiniones ayuden a identificar al candidato que podría ser el ganador. Señalamos que no será una encuesta, sino una consulta relámpago, desarrollada con honestidad y verdad.





