El sueño ecológico del papa Francisco es que sepamos tratar la casa común

  • Monseñor Javier Travieso, obispo del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas
  • Un sueño cultural donde no hay ninguna persona, no hay ningún pueblo por el mundo que sea despreciable

La carta sobre la Amazonía que escribió el papa Francisco viene concitando declaraciones y reflexiones para una mejor comprensión en el contexto de nuestra región parte de la Amazonía en el mundo.
“El papa dice que sueña con cuatro cosas y que nos ofrece a todos que con él, pensemos en la posibilidad de participar cada uno como pueda para llevarla a cabo. Un sueño de ver una sociedad verdaderamente de hermanos que sabemos tratarnos como personas que hacemos una vida en común, de una gran familia”, declaró monseñor Javier Travieso, obispo del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas.
Prosiguió: “Un sueño social en donde no haya excluidos, en donde no haya maltratados, en donde cada ser humano con los demás se tenga y se encuentre como quien es con la dignidad de hijo de Dios.
Un sueño cultural donde no hay ninguna persona, no hay ningún pueblo, no hay ninguna lengua, no hay ninguna cultura de tantas formas de ir por el mundo que sea despreciable. Todas son riquezas que tienen que sumarse para beneficio mutuo.
Toda cultura y toda forma de vida de los pueblos y de los indígenas de la Amazonía que tienen mucho que ofrecer.
Un sueño ecológico, es decir que sepamos tratar la casa común para que podamos seguir viviendo en ella y a las nuevas generaciones se les entregue no caos, ni desierto, ni destrucción, sino, un jardín para que continúe siendo su casa”.
Finalmente, “un sueño eclesial en el sentido de que la Iglesia, este pueblo de Dios que somos como los demás la luz y la presencia de Jesús, hagamos posible que los demás en nosotros puedan encontrar como a la gente que le conoció a él, a quien cura, sana, es fraterno y va con todos para una vida mejor”.
Además, el papa insiste en que no se le puede tratar a la Amazonía, a la tierra, a los bosques, a los ríos, a la naturaleza como si fuera una cosa distinta de los hombres que la habitamos. Las dos partes (naturaleza y hombres) deben ser bien tratadas como una unidad.
“El papa habla incluso de injusticias y dolores de los cuales no puede uno permanecer indiferentes. Habla de una palabra: indignación. Como se indigna una madre cuando a su hijo lo maltratan, como cuando se indigna Jesús y lo vemos en el evangelio ante el maltratado y la mala forma de atender a la gente que es más débil”.
Monseñor Javier Travieso, aclaró que “esa indignación no debe llevar a una ira descontrolada que a los otros y a uno mismo, destruye al final. Esa no es la indignación de la que habla el papa, habla de esa indignación de Jesús que ha venido para curar y sanar las heridas. No puede estar de acuerdo con que alguien sufra, ante cualquier tipo de enfermedad del cuerpo, del alma, social. El trato entre unos y otros, el respeto, el aprecio”.
Entonces, se tiene que actuar de palabra y de obra, e invitar a todos igual a curar, a sanar, a llamar a hacer posible un trabajo para una vida mejor, auténtica, saludable.
“Hay tantas cosas qué hacer. Sobre la trata de personas, cómo es posible mirar a la gente como si fueran animales o utensilios para mi provecho. Esa es una mirada que al ser humano que la tenga, lo está empobreciendo, rebajando, no es una mirada humana, es de alguien que no llega a ser humano de verdad. Es una bestia que tiene que cambiar”.
(Diana López M.)