El regionalismo como todo sentimiento, tiene, como casi todo en la vida, aspectos negativos y positivos, dependiendo del caso. De allí que señalamos que en otra oportunidad trataremos sobre política, ahora el tema es distinto.
Personalmente, entre otras, de las funciones que de alguna manera hemos diseñado y nos hemos auto impuesto en nuestras labores diarias, está la de leer textos de diferentes características y contenido; vale decir, aquellos que ponen a prueba lo que hemos podido aprovechar con nuestra lectura. Aquí con modestia, con el objeto de informar nuestro parecer sobre la arquitectura del libro o proyecto de tal, emitimos nuestro parecer con una evaluación integral de los manuscritos, a efectos de darle su trato final.
Aquí no decidimos, ni imponemos autoridad, pues estamos seguros que nadie la aceptaría, y no la aceptaría porque únicamente decimos nuestro parecer. Pues bien, en la tarea de leer debemos haber leído a la fecha unos diez a quince libros, respecto a los que toman el tema del regionalismo, hemos encontrado una serie de requiebres para tratar de explicar que por encima de todo está el regionalismo. Eso no es así.
Si vamos a tratar sobre historia, es cierto que se pueden hablar con algunos regionalismos, llamados loretanismos a la hora de describir un modus verbalis o grafic, si el caso es tal. El escritor en la parte medular no puede tener giros idiomáticos que no sean castizos; debe hablar y escribir en castellano, no en loretano, salvo cuando hace hablar a sus personajes.
En literatura se aduce, o se cree de buena fe, que basta esa característica para que sea publicable y cuanto más digno de leerse. Ocurre con los cuentos y, asumo que, otro tanto con la novela (la cual aún no hemos podido tener la audaz oportunidad de evaluar siquiera una).
Oscar Wilde, famoso literato de la antigüedad decía que el escritor debe y puede escribir, sobre todo, a condición que lo haga de una manera bella. Creemos en la literatura costumbrista (estamos releyendo «La serpiente de Oro» de nuestro siempre recordado Ciro Alegría, después de más de 30 años) y la gozamos mejor que antes. Lo que queremos significar es que la literatura debe ser ante todo literatura. No porque algo sea regional o de corte regionalista o costumbrista tiene un valor a punto de contar con el derecho de publicarse.
El cuento, la novela, la poesía, tiene que ser o poseer un mínimo de sentido estético. Un hecho muy interesante de una región cualquiera, no importa de qué lugar, si no tiene valor literario, estético, no es literatura, no es nada.
El deber de la literatura es ser literatura; la poesía, poesía, el cuento, cuento y la novela, novela. No toda rima es poesía y no toda poesía rima, ni tiene porqué hacerlo. La literatura es belleza, es emoción, es deleite; pero también es oficio, es buril, es trabajo y tortura, pero nos hace felices.