Cuando en agosto de 1990 se dio el «Paquetazo» inmisericorde por quien de candidato presidencial ofreciera a lo contrario, se implantó el modelo económico que hasta hoy rige en nuestro país.
Para consolidarlo dos años después, se dio el golpe de Estado quebrándose el orden constitucional; luego, por la presión internacional, se convocó a elegir al denominado CCD (Congreso Constituyente Democrático), el mismo que aprobó el Estatuto que nos rige con el nombre de Constitución Política de 1993.
En esta farsa fue cómplice el Partido Popular Cristiano (PPC) y otros grupos políticos menores y una mayoría constituida al amparo del fraude electoral golpista, comandado por el hoy sentenciado inquilino de la DIROES.
Desde entonces, los grupos económicos nacionales y extranjeros dirigen la política económica en el Perú a través de los sometidos gobernantes que hasta la fecha, después de 25 años, siguen el mismo libreto con algunos matices de la misma monserga.
¿Cuáles son sus resultados?, veamos:
– La población económicamente activa (PEA) es de 15´541,841.00 personas, de las cuales 1´865,020.00 tienen un empleo decente.
– 1´989,810.00 personas no tienen seguro médico.
– Solo 24 de cada 100 ciudadanos de la PEA tiene acceso a un seguro.
– 18 niños de cada 100 menores de 05 años sufren de desnutrición crónica.
– 32.9% de la población infantil entre los 06 y 59 meses de edad padecen anemia.
– ESSALUD tiene 9´882,382.00 asegurados y cuenta con 09 camas por cada 10,000.00 asegurados.
– Perú invierte en gasto social 7.82% del PBI (Producto Bruto Interno); ocupa el antepenúltimo lugar en una lista de 16 países, (Brasil invierte 26%).
Fuente: Informe de la ONG Plades y el Instituto de Estudios Sindicales.
El resumen que condensa las «bondades» del neoliberalismo es que en nuestro país la media proporcional del robo oscila entre el 45 y el 35% del presupuesto anual ocurrido en los gobiernos desde 1990 hasta el 2011, según el Historiador Quiroz que dejó un libro póstumo sobre la corrupción en el Perú.
Que los lectores hagan sus cálculos, entonces llegarán a la conclusión que somos un país rico «empobrecido por sus gobernantes»; es decir, por los corruptos en todos los niveles de gobierno: central, regional y municipal. Desde luego con honrosas excepciones que habría que buscarlas con la linterna de Diógenes.