Desde los ya lejanos años 60 del siglo pasado, la exportación de peces ornamentales ha sido una codiciada fuente de dinero que ha permitido a conocidas familias de la ciudad consolidarse como nuevos ricos, fortunas que hasta hoy existen. Los acuarios siempre han sido fábricas de billetes verdes, gracias a los mercados que aún siguen solicitando especies de adorno para los más sofisticados acuarios de las familias de Norteamérica, Europa y Asia.
¿Pero qué aportan las exportaciones de peces ornamentales al desarrollo regional? Al parecer nada. Las ganancias para los exportadores son líquidas, mientras que los pishiñeros, que son los que traen las especies desde lejanos lugares, siguen y seguirán siendo pobres. Es más, ahora los importadores, según afirma el director de extracción pesquera, piden las especies más caras, es decir los más raros, por lo que se deduce que las ganancias son mucho más.
En esto de la exportación de los alevinos de nuestros peces ornamentales, está sucediendo como cuando los ingleses se robaron la shiringa y se la fueron a plantar en Malasia, desde donde les resultaba más barata su explotación. Los interesados del extranjero ya no piden ni los alevinos ni los peces de exportación tradicional, porque ya los tienen en reproducción y así irán haciendo con las especies que quedan para, llegado el momento, dejar de importar.
Pero también en esto de las exportaciones de los acuarios hay el problema de estar, subrepticiamente o solapadamente, mandando al exterior alevinos de especies de consumo no permitidos, lo que también será motivo para que esos países se hagan de tan preciadas especies. El paiche, la arahuana, la doncella, están en un serio peligro, que al ser exportadas las hembras hacen posible su reproducción.
En otro sentido, nuestros mismos pescadores están haciendo su trabajo de manera indebida, al capturar peces de consumo que aún no han alcanzado el tamaño como para ser comercializados. Y eso no está bien, como tampoco está bien que el castigo sea el decomiso de lo pescado. Para frenar esta mala práctica hay que buscar nuevos mecanismos que no permitan la pesca de peces menores.