Escribe: José Álvarez Alonso
Recuerdo bien la lucha contra las dragas del Nanay de hace dos décadas. En ese tiempo trabajaba en el IIAP y ayudé a coordinar el Proyecto Nanay, financiado por el Banco Mundial, que además de promover actividades productivas sostenibles en las comunidades (como manejo de irapayales y varillales, de cochas y de piscigranjas, elaboración de artesanías, elaboración de fitomedicamentos, etc.) apoyó la conservación y gestión integral de la cuenca. Fruto del trabajo conjunto en defensa de la cuenca, con las más de 30 comunidades agrupadas en la Coordinadora de Comunidades Nativas y Campesinas de la Cuenca del Nanay – Conaccunay, fue la creación del área de conservación regional Alto Nanay-Pintuyacu-Chambira (ACR ANPCH), y varias normas como la veda de pesca estacional en el Nanay, y la ordenanza que declara la intangibilidad de la cuenca para actividades mineras y otras de alto impacto.
En esos años estuvieron operando varias dragas en el alto Nanay, también de forma ilegal como las que operan actualmente. Hubo una movilización muy grande, tanto de las comunidades con las que trabajaba el IIAP, como de la población de Iquitos, sensibilizada por el problema de la contaminación de la cuenca por la acción de las dragas, gracias al apoyo de medios de comunicación, la Municipalidad de Maynas, e incluso del Congreso de la República, cuya comisión de Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos, Afroperuanos, Ambiente y Ecología, realizó una audiencia descentralizada en Iquitos para abordar el problema.
También se logró que la DIGESA realizase estudios sobre el impacto de la contaminación por mercurio en las comunidades del Nanay. Los resultados fueron alarmantes, y aunque poco difundidos, contribuyeron a la sensibilización de la población sobre los riesgos de la minería aurífera en la salud humana. Estos estudios demostraron que, pese a que la minería aurífera ilegal en el Nanay todavía era de pequeña escala, los impactos ya eran muy graves, pues buena parte de la población, especialmente en la cuenca alta, tenía tasas de contaminación por mercurio muy superiores (en algunos casos hasta 20 veces más) a los niveles de referencia establecidos por la OMS.
En los últimos años, como es bien sabido, las dragas volvieron al Nanay, donde operan con una impunidad que asombra. Pese a operativos periódicos, como el realizado recientemente por la Fiscalía Ambiental con apoyo de la Marina (DICAPI), la Policía Nacional y el SERNANP, en el que según nota de prensa fueron destruidas más de 20 dragas de diverso tipo, las operaciones mineras ilegales siguen boyantes, y en crecimiento. Expertos calculan que hay más de 60 dragas operando, sobre todo en la cuenca alta del Nanay, lo que crea muchas suspicacias respecto a la voluntad real del Estado en controlar esta actividad.
Recientemente fueron publicados los resultados de un reciente estudio de contaminación por mercurio en algunas comunidades del Nanay, realizado por el Centro de Innovación Científica Amazónica (CINCIA), en colaboración con la Sociedad Zoológica de Frankfurt Perú (FZS Perú). Los resultados confirman los de hace dos décadas: gran parte de la población presenta niveles de contaminación con mercurio superiores a los máximos permisibles. Concretamente, un 37 % presentó un nivel de exposición a mercurio clasificado como alto, y un 42 % como medio. Lo más preocupante son los altos niveles encontrados en los grupos más vulnerables, niños y mujeres en edad reproductiva. Según el informe, mientras el umbral de referencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 2.2 mg/kg de mercurio, en niños de 0 a 4 años el valor medio fue de 12.99 mg/kg, con un rango de 6.31 a 20.70 mg/kg, mientras que en mujeres en edad reproductiva, las concentraciones se encontraron entre 1.99 y 20.19 mg/kg, con un promedio de 8.31 mg/kg.
Viendo estos resultados, no debería quedar duda de que jamás se deberá autorizar la minería aurífera en el Nanay, y se debería hacer todos los esfuerzos para erradicarla, con urgencia. Además de ser la fuente principal de agua para más de 40 comunidades y para la ciudad de Iquitos, la del Nanay es una cuenca muy particular en términos geológicos en el paisaje de la selva baja peruana. Las formaciones geológicas que conforman sus suelos y las características del agua del Nanay favorecen la metilación del mercurio usado por los ilegales para amalgamar el oro. El mercurio metálico entra a la cadena trófica y de ahí al hombre a través de su metilación, que corresponde a la formación de un compuesto organometálico, el metilmercurio o monometilmercurio, que es cien veces más soluble en tejidos grasos que el mercurio inorgánico, y se elimina mucho más lentamente (menos del 3 % al año). Este proceso se acentúa sensiblemente en aguas con las características limnológicas de las del Nanay, con pH ácido (<6.5) y con baja conductividad.
El metilmercurio se acumula en los humanos principalmente por el consumo de pescado, que en comunidades locales como las del Nanay es muy alto, superando con creces los 100 a 200 kg/persona/año según estudios realizados en cuencas similares (Ampiyacu y Apayacu, en Loreto). Dado que el metilmercurio se acumula en los niveles tróficos más altos de la cadena alimenticia (depredadores y necrófagos), los peces más contaminados y, por tanto, más peligrosos para los seres humanos son las especies carnívoras como los bagres, la chambira, la mota, el fasaco, etc., y las autoridades deberían orientar a la población más vulnerable para evitar su consumo.
Son bien conocidos los terribles impactos del mercurio, especialmente el monometilmercurio, en la salud humana. Cito un resumen del libro “Minería aurífera en Madre de Dios y contaminación con mercurio” (2011), en cuya publicación colaboré con el recordado Antonio Brack: “El metilmercurio (o monometilmercurio) no es fácilmente eliminado por el organismo, acumulándose en diferentes órganos como cerebro, corazón, pulmones, hígado y causando severos efectos adversos a la salud, difícilmente diagnosticables y menos aún tratables adecuadamente. Particularmente graves son los daños al cerebro y al sistema nervioso central y al cerebelo, daños que son irreversibles debido a la destrucción de las células neuronales; también causa abortos, malformaciones congénitas y afecta el desarrollo sicológico y físico de los niños; los daños al sistema nervioso son mucho más graves en niños que en adultos; particularmente susceptibles son los embriones y fetos; en casos graves de contaminación las mujeres han dado a luz a bebés con parálisis cerebrales severas. La tasa de intoxicación es mucho más rápida en niños que en adultos.”
La actividad minera ilegal en el Nanay no tiene todavía una escala como la del corredor minero en Madre de Dios, es una cuenca fácilmente accesible desde Iquitos, donde las autoridades cuentan con medios y equipos como para cualquier intervención, y debería ser por tanto fácilmente controlable. Además, se conoce bien la localización de las dragas, que son bien visibles en imágenes de satélite, y se conoce bien sus rutas de abastecimiento. La tolerancia, negligencia o complicidad de quienes tienen responsabilidad de su control tiene consecuencias para la población muy graves, probablemente irreversibles en el corto y mediano plazo, y tendrán que rendir cuentas de ello, tarde o temprano.






Excelente información, gracias.
Si existe toda esa información y las autoridades no hacen nada para enfrentar el problema, las comunidades deben elegir a un o una representante para ser elegido/a en las próximas elecciones con el mensaje claro de que debe eliminarse la minería del Río Nanay.