El libro sagrado del neoliberalismo “Camino de servidumbre” y las imperfecciones del libre mercado

Por: Alexci Igor Chong Ríos
Miembro del equipo técnico de “Sembrar”

 

El libro «Camino de servidumbre» fue escrito en 1944 por el Economista Austriaco Von Hayek cuyo objetivo es demostrar que las economías socialistas o de planificación estatal conllevan al «totalitarismo». Su publicación no tuvo impacto inicial, ya que en esos tiempos, el mundo vivía tendencias hacia el socialismo y la intervención del Estado en la economía. Desde Keynes, en Estados Unidos e Inglaterra, profesando la intervención del Estado en la economía, el socialismo aplicando su modelo en más del 30% de países del orbe, el fascismo en Italia, el nazismo en Alemania, Castro en Cuba, etc. Por tanto, este economista y su libro fueron relegados al olvido.
No fue sino hasta mediados de los años 70 con el rebrote inflacionario en los Estados Unidos e Inglaterra y los inicios de la crisis en los países socialistas que líderes como Ronald Reagan y Margaret Thatcher inspirados en el libro, retomaron «los principios liberales del libre mercado» y condujeron al mundo para la alineación a este «nuevo orden económico mundial». «Camino de servidumbre» es una obra que critica al socialismo y todo tipo de intervención económica del Estado en política económica. Para Von Hayek, el socialismo es una peligrosa amenaza para la libertad, puesto que sus ideas solo pueden ser puestas en práctica mediante un gobierno dictatorial. Para este autor, la deliberada organización de la actividad de las personas bajo un objetivo social definido no tiene sentido, puesto que ese bienestar de millones de personas no puede ser medido en un solo objetivo. La economía recae en un grupo de planificadores quienes no tienen la capacidad de asignar eficientemente los recursos limitados. ¿Qué recursos se van a asignar y a que problemas? Pretender dirigir nuestras actividades mediante un plan único significaría poder darle a cada una de nuestras necesidades un lugar en un orden de valores entre los que el planificador tendría que poder escoger. Pero eso es simplemente imposible. ¿Cómo decidir, por ejemplo, dónde colocar el presupuesto público? ¿En un nuevo hospital? ¿En una máquina sofisticada para un centro de investigación? ¿En aumento de salarios a los maestros? Por otra parte, esto también requeriría un código ético completo porque sería la única forma de poder establecer algún tipo de priorización.
Para Von Hayek, el pensamiento liberal no es defensor de ningún status quo, como lo es el socialismo. Considera sencillamente que la mejor manera de coordinar los esfuerzos humanos es mediante la competencia. Pero para que la competencia pueda funcionar exitosamente hay que crear un marco legal bien reflexionado. Para este autor, la competencia es el único método que podemos coordinar nuestras actividades sin la intervención arbitraria de alguna autoridad, mucho menos de un grupo pequeño de planificadores.
Sin embargo, en el presente siglo los hechos demuestran que el nuevo orden económico mundial impuesto por el neoliberalismo demuestra que este «orden» no solo es injusto, sino también inmoral. Todo está en función de los intereses del poder del capital. La crisis financiera del 2008 puso en evidencia como se perjudicó a millones de familias en el mundo por el interés de unos cuantos banqueros. La misma Christine Legarde directora ejecutiva del FMI, reconoció la excesiva desigualdad del ingreso, donde 80 personas más ricas del mundo posen el 50% de la riqueza global y se convierte en un obstáculo del crecimiento económico sostenible.
Este orden económico mundial señala que el mercado es un instrumento para una correcta asignación de recursos y es ese mismo mercado el que proporciona al empresario información sobre la oferta y demanda y le permite coordinar y equilibrar. No obstante, añadimos que el mercado es más que un instrumento, es un conjunto de relaciones sociales que involucran implicaciones en cuanto al uso y abuso del poder. Para citar un ejemplo veamos en términos gruesos los intereses de poder y las imperfecciones del mercado reflejado en el problema del gas doméstico en nuestra Región.
El problema del gas en Loreto se resume en dos distorsiones: El precio que vende el mayor productor del gas en el Perú, que es Pluspetrol (85%) y el precio que se genera durante el proceso de distribución.
El precio que vende Pluspetrol se rige por el «precio de paridad de exportación» que no es otra cosa que el precio que se vende en el mercado mundial (el famoso libre mercado). Esto significa que si el mercado mundial eleva el pecio del gas, el perjudicado es la sociedad. Algo irracional entendiendo que tenemos grandes reservas y encima exportamos. Y por otro lado, la falta de supervisión, cuando ya es de manifiesto que se exporta el gas a precio mucho más barato que lo que se abastece en el mercado interno.
El otro problema es el canal de distribución. En lugar de decretar urgente necesidad de crear poliductos para transportar el gas, actualmente se viene transportando el gas en barcos, tanques y pasa de una mano a otra. Entre las empresas envasadoras y distribuidoras se genera cerca del 68% de margen bruto de ganancia. En Iquitos las empresas distribuidoras forman cárteles, que tienen como característica principal de ponerse de acuerdo para fijar precios y generan una jugosa rentabilidad del 40%.
Alcanzamos un cuadro para ilustrar una aproximación al sistema de costos y precios de la cadena de gas doméstico.

El gas actualmente no tiene sustitutos inmediatos. El uso de cocina a kerosene es imposible por cuanto el uso de kerosene está prohibido por Ley por tratarse de un insumo utilizado para la elaboración de cocaína. Cocina eléctrica resulta caro. Una cocina eléctrica de 4 hornillas consume 4.5 kw por hora. Si una familia utiliza su cocina eléctrica 2 horas al día, estaría pagando 114 soles (4.5 Kw x 2 hrs x 30 días x 0.42 tarifa), solo por el uso de la cocina, sin considerar el uso del resto de artefactos. Si utiliza 3 horas por día, al mes estaría pagando 170 soles, solo por el uso de la cocina.
Alcanzamos algunas sugerencias: Con carácter de interés nacional se debe renegociar el contrato del gas de camisea, exclusivamente para uso interno. Se debe buscar subsidio al gas hasta la construcción de poliductos (actualmente lo hacen Bolivia y Ecuador). Se debe coordinar con la empresa Petroperú para la comercialización masiva del gas en puntos de ventas específicos. El libre mercado no soluciona problemas de bienes de uso masivo de carácter estratégico. La participación de un auténtico Estado es imprescindible para el cumplimiento de su fin supremo, la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad.