- La maestra Jenny Ramírez Reátegui obtiene la máxima distinción del Estado por su compromiso con la infancia y la cultura amazónica
En una ceremonia realizada hoy en Palacio de Gobierno, la maestra Jenny Patricia Ramírez Reátegui, con más de 30 años de trayectoria en el magisterio, recibió la condecoración de Palmas Magisteriales en la categoría Educador, reconocimiento otorgado por el Estado peruano a los profesionales de la educación con aportes destacados en su comunidad y el país.
El acto estuvo presidido por la Presidenta de la República y el Ministro de Educación, junto a otras autoridades del sector, en homenaje a docentes que han demostrado compromiso, liderazgo e innovación en su práctica pedagógica.
Jenny Ramírez es licenciada en Educación Inicial y Magíster en Dirección Científica Educacional. Actualmente se desempeña como subdirectora de la I.E.I. Cuna Jardín N.° 476 “Los Arbolitos” de Iquitos, donde ha impulsado proyectos como Pequeños promotores de la lectura, que benefician a más de 200 estudiantes en la primera infancia. Asimismo, ha liderado iniciativas de innovación educativa reconocidas a nivel nacional e internacional, y ha participado en espacios de formación docente que fortalecen las redes pedagógicas de Loreto.
Las Palmas Magisteriales constituyen la más alta distinción que otorga el Estado peruano a los profesionales de la educación. Se confieren en tres grados: Educador, a maestros que destacan en su aula y comunidad; Maestro, a quienes contribuyen al desarrollo regional o nacional; y Amauta, a personalidades cuya trayectoria ha dejado huella en la educación, la cultura y la sociedad.
Con este reconocimiento, el segundo otorgado a la región en los últimos diez años, la docente loretana reafirma su compromiso de seguir promoviendo la lectura y la innovación pedagógica en beneficio de la niñez amazónica y del país. Ella proyecta seguir formando promotores de lectura, publicar una colección de cuentos y canciones amazónicas, y llevar la magia de la palabra a plazas, hospitales y comunidades ribereñas. “Mientras haya un niño que necesite aprender, yo seguiré ahí”, asegura con la misma convicción que la llevó a convertir su vocación en legado.





