Es lo que han venido reclamando las organizaciones indígenas en general que existen en la Región Loreto, los que acatan un paro indefinido actualmente y los que no están de acuerdo con una medida de fuerza de ese tipo porque en otro tiempo lo hicieron y vienen gestionando el cumplimiento de los acuerdos plasmados en varias actas de compromiso, palabra que se la llevó el viento, se puede evidenciar en el descontento de las federaciones y en los rostros de los Apus.
No necesitamos ser súper inteligentes para darse cuenta que los pueblos indígenas han venido reclamando desde hace más de 40 años y nadie les ha tomado en serio, salvó algunos beneficios económicos legales que más parecía fueron entregados por cumplir sin ánimo de estar vigilantes a que estos fondos beneficien a todos los pobladores, y se evite que se formen grupos de élites indígenas que con tanta economía cometan los mismos errores de los mestizos que tanto critican.
Nadie está libre de cometer errores, pero hay delitos ambientales como los cometidos con varios derrames de petróleo desde hace muchos años y que la remediación de los mismos ha caído en saco roto, solo para muestra la laguna de Shanshococha ubicada en Andoas, donde se dan las dos caras de la medalla. Es que por un lado existen buenos proyectos de la empresa petrolera, por el otro existen los compromisos asumidos para la remediación que no se han cumplido.
Les sobra razón a las federaciones indígenas que hablan de diálogos sin soluciones. Nunca han sentido de buena fe la presencia del Estado. Cada vez que ocurría un derrame de petróleo les decían que les atenderán con agua y alimentos, especialmente. Esta ayuda duraba pocos días, luego la promesa pasaba al olvido y las poblaciones sin recursos preferían callar. De esa época del silencio pasaron a la época de la protesta, y si bien es cierto lograron importantes beneficios para sus pueblos, lo fundamental les sigue siendo ajeno.
Por ejemplo, los servicios básicos de agua apta para el consumo humano que, aunque resulte insólito, recién hace unos tres años se empezó a hablar de las plantas de agua temporales, después de más de 20 años de exigirlo, y a principios de este año para varios pueblos fue una realidad. Eso no se permitiría en la ciudad. Si el derrame de petróleo fuera en la Plaza de Armas o en un sector de la calle Sargento Lores, la gente saldría a las calles a protestar y no esperaríamos más de dos décadas para exigir el derecho de tener agua segura para beber, para el aseo personal y para preparar los alimentos, por eso el diálogo con resultados es básico. Hoy escucharemos en conferencia de prensa a la Comisión de Alto Nivel que llegará a Iquitos por segunda vez en aras de buscar soluciones.