Por: José Álvarez Alonso
Fue hace ya casi dos décadas. Estaba yo promocionando –en el marco de un proyecto de Cáritas Iquitos- la cría de chanchos de raza en las comunidades indígenas del río Tigre. Convencí a varios promotores de salud con los que trabajaba de las ventajas de la cría del chancho de raza, por su mayor tamaño y productividad, etc., en comparación con los chanchos chuscos criados en semi-libertad, para animarlos a embarcarse en el proyecto bajo la modalidad de fondos rotatorios. Recuerdo que uno de los más entusiastas fue el carismático ‘Ayapullito’, promotor de salud de la comunidad de Sargento Lores, en la boca del río Corrientes.
Pasados unos meses pasé con mi bote por la comunidad y le pregunté por sus chanchos. Me dijo preocupado: “Mal, hermanito, muy mal”. Le pregunté preocupado: “¿Qué ha pasado, se te han escapado, están enfermos, se han muerto?” “No”, me contestó, “algo peor: me han desgraciado la vida. ¿Sabes qué? Llévate a tus chanchos, me he convertido en su esclavo, ya no puedo ir a la minga, ni al mitayo, ni a visitar a mis compadres, todo el día tengo que estar pendiente de los malditos chanchos, esos animales comen a toda hora, ni a mis hijos tengo que cuidarlos así.”
Y Ayapullito volvió a sus habituales quehaceres y modo de vida que tanto le gustaban… Hoy descansa con Diosito, por culpa de una malaria ‘falciparum’ mal curada. Recordando que los indígenas norteamericanos imaginaban el paraíso como unos extensos campos de caza llenos de animales, sospecho que para Ayapullito el paraíso no es criar chanchos de raza en un chiquero, y ahora se la pasa cazando sajinos en las selvas y anzuelando pejes en las plateadas y paradisíacas cochas del más allá.
Existen muchos mitos en torno al desarrollo amazónico, pero uno particularmente malhadado es el que sostiene que la cría de animales es “progreso” y más sostenible que el manejo de animales silvestres en su hábitat natural; esto es especialmente falso en regiones como Loreto, que todavía conservan más del 97% de su territorio como hábitats naturales y tienen enorme potencial en esta línea. Algunos expertos de chingana, cuyo conocimiento de la selva se remite a alguna práctica pre-profesional en la universidad, se atreven a catalogar al manejo de recursos del bosque y del río como ‘primitivo’. La ignorancia es atrevida. En países muy desarrollados, incluyendo Estados Unidos y Europa, existen gigantescos negocios de manejo de fauna silvestre (por ejemplo, en torno a los caimanes en los estados del Sur de EE.UU., y en torno a la caza deportiva). Ni hablar de recursos acuáticos: si bien la acuicultura marina tiene tremendo potencial, de momento las pesquerías oceánicas, aún deprimidas como están, abastecen la mayor parte de la demanda de pescado y mariscos del Planeta. A nadie en su sano juicio, salvo a los citados y etílicos expertos de chingana, se le ocurriría decir que pescar atún o anchoveta en el mar es salvaje, y criarlos en jaulas es progreso.
Cuando existen grandes extensiones de ecosistemas naturales, y poblaciones animales con buen potencial de producción y cosecha, puede ser más económico manejarlos en su medio natural que en cautividad. Según el conocido ecológico John Terborgh, los bosques naturales de Loreto, Ucayali y Madre de Dios tienen capacidad de producir “sosteniblemente” más de 80,000 toneladas de carne de monte y cueros de alta calidad, si son manejadas adecuadamente; y no requieren más inversión que el manejo: no es necesario vacunar a los animales, hacer cercos, darles de comer, perseguir ‘mashos’, tigres y abigeos…
Claro que la crianza de animales domésticos en ambientes controlados tiene potencial, pero tiene altos costos y requiere muchos cuidados, y la mayoría de la gente de Loreto, especialmente los indígenas como mi amigo Ayapullito, no están para el negocio: prefieren seguir cazando y pescando, y lo saben hacer bien. En casi todas las comunidades amazónicas que he visitado he encontrado alguna familia que muestra cierta vocación para la cría de animales domésticos en pequeña escala, y a medida que las comunidades crecen y las familias se hacen más sedentarias, el porcentaje de “criadores” se irá incrementando. Sin embargo, por el momento este sector es una absoluta minoría, mientras la mayoría sigue prefiriendo cazar animales en el medio silvestre.
Otro mito vinculado con la cría de animales domésticos es que es más “ecológica” que la caza de animales silvestres. Falso. Criar chanchos requiere del cultivo de buenas extensiones de yucales, pijuayales y otros alimentos, lo que implica la tala de bosques. Manejar sajinos no implica la tala de ningún árbol, sólo mantener los niveles de cosecha por debajo de la capacidad de carga de la población.
No todo lo que suena más “moderno” es necesariamente lo más adecuado a cada realidad. La experiencia de las comunidades del río Tahuayo, que llevan manejando con gran éxito su fauna silvestre, demuestra que sí es posible, rentable y relativamente fácil para las comunidades recuperar la productividad de los bosques, cosechar abundantes recursos de flora y fauna silvestre, y hacer negocio con ellos. Más bien, cuando se ha intentado impulsar entre los amazónicos modelos “productivistas” de crianza de animales los resultados han sido catastróficos. Ahí tenemos los cientos de proyectos fracasados (como el que yo impulsé hace 20 años) de cría de animales menores y mayores con comunidades indígenas y ribereñas; no conozco ningún caso de éxito, pero sí decenas de fracasos.
Cuando en planes de gobierno y campañas electorales se plantean soluciones para el desarrollo de la selva, se ignora con frecuencia qué actividades económicas son viables, sostenibles económica, ecológica y socialmente, y aplicables a nuestra realidad, teniendo en cuenta la idiosincrasia de la gente y la capacidad de nuestros ecosistemas. Siguen considerando a la Amazonía como una extensión de la Costa o de la Sierra, lugares donde no hay bosques, por cierto, cuando la mayor riqueza en la Amazonía está en nuestros bosques y nuestros ecosistemas acuáticos…
Pese a cualquier diferencia que pueda haber con el autor, que no es por parte mía, debo reconocer que siempre leo sus artículos, aunque no los comparta, pero considero que muchos de ellos son interesantes, como el actual, que merece un correlato práctico y la atención debida por parte del Estado.
En esas consideraciones, con la venía de Pepe y por ser un tema de interés regional; me permito presentar algunos alcances que podrían complementar esa interesante propuesta.
Por el año 1974 cuando me desempeñaba como coordinador regional de alfabetización integral ALFIN, paralelamente dirigí un Proyecto de investigación sobre la correlacion entre actividades económicas y los calendarios escolares en las areas rurales; las zonas seleccionadas para realizar el trabajo fueron la confluencia del Marañón con el Ucayali y en el Ampiyacu con el Amazonas en el sector de Pevas. Ambos lugares, en ese entonces eran las principles áreas productoras de arroz y yute.
En el estuario de los ríos formadores del Amazonas, existen muchos asentamientos poblacionales, siendo el más importante, en ese momento, Puerto Prado; en ese lugar como en los demás caseríos, los niños asistían a la escuela junto con crías de ronsoco; mientras los niños estudiaban, los ronsoquitos retozaban en las aguas; los niños estaban más entretenidos en los ronsocos que en la clase. Recuerdo como un niño, de unos ocho años, me describía con actitudes de experto, su morfología,comportamiento, lo sociables que eran, que por las tardes se bañaban juntos, su alimentación, reproducción y de como su madre en situaciones especiales preparaba deliciosos platos. Cada familia contaba con varios ejemplares. Esta experiencia lo tradujimos en un Plan Educativo de Consolidación de la Reforma Educativa, que proponía la interrelación de las actividades productivas con el proceso productivo y la promoción de la comunidad, que fueron los pilares para la creación del Colegio Agropecuario El Milagro, en la carretera Iquitos-Nauta, variante Otorongo. Después de muchas sesiones de trabajo en Lima el Ministerio de Educación lo asumió y distorcionó a la vez; el esposo de la Ministra Cabanillas, viajo a Nairobi financiado por la UNESCO, donde hizo conocer «sus» experiencias a las que las denominó Chacras Integrales. Al márgen de ello en nuestra región continuamos la experiencia ya traducida en un Plan Curricular para colegios rurales. Consideramos que había necesidad de entrenar a los alumnos y a los padres de familia en la crianza de animales silvestres y domésticos, pero adecuandolos a éstos a nuestra realidad, para no depender de los productos elaborados, sino de lo que nos proporciona el medio; por ejemplo para criar cerdos, en primer lugar habia que sembrar caupí (chiclayo de 3 meses), pan de árbol y puspo poroto (un arbusto perenne de producción sostenida (En los arenales de la carretera a nauta tuvimos una experiencia exitosa de sembrio de soya utilizando humos. En una hectárea de pan de árbol con 150 árboles hay suficiente alimento para criar 20 cerdos, sin mayores cuidados. En su momento el Milagro logró producir más cerdos de buena o mejor calidad que la la UNAP; igual que una piscigranja rodeada de yumanasas y camu-camu para alimemto de peces. Antes que las razas puras, se prefirio una cruza de York Shire con marranas criollas, peladas y grandes que abundaban en el Itaya. La alimentación que les proporcionabamos daba un excelente rendimiento de un promedio de 60 kilos a los seis meses para los capones. Por otra parte la cria de sajinos o huanganas, que no lo llevamos a cabo, requiere que previamiento se realice una resiembra de árboles que les van a proporcionar alimentos como aguajes, huicumgos, shapajas, hungurahi, yarina, principalemnte. Este avance debe sustentarse en la investigación para aprovechar los productos no solo como alimentos, sino en otros campos como la industrialización de sus derivados y en la medicina. Pero lo más factible es comenzar con los ronsocos.
Lamentablemente mucha documentación se perdió en el incendio de los archivos de la Dirección Regional de Educación y debe haber en un rincón olvidado del Gobierno Regional, donde me desempeñe como Secretario Regional de asuntos Sociales. De ese primer GOREL elegido por voto popular, que cerró el dictador Fujimori en 1992. Ojalá tambien se pueda rescatar aquel proyecto que convertía a los Colegios Secundarios de Iquitos en centros de producción como aquel que se debía implementar en Benavides con una fábrica de tizas, aprovechando las calizas de las riberas del lago Moronacocha y que debía se conducido y administrado por los propios alumnos.
El asistencialismo atosigante que nos convierte en mendigos del Estado debe dar paso a un nuevo sistema de trabajo, potenciando y aprovechando nuestra biodiversidad que es la más grande riqueza que poseemos; bendita sea la creciente de los ríos que enriquece nuestras restingas, bajeales y playas,que renueva la vida en la floresta; pero que se ha convertido en una inefable tragedia para los erraticos y desadaptados ribereños que pululan en los pantanos de la desdeñosa periferia urbana, que abandonaron su terruño en busca de mejores oportunidades de vida que nunca llegan.
Agradezco la deferencia
Rafael Saavedra Perea