Estas dos palabras “costumbre cultural” muestra como no logramos entender que una agresión o violencia sexual no debe justificarse bajo ningún argumento, porque al ser un acto contra la voluntad de por sí ya es condenable en cualquier lugar del mundo, y el agravante contra un menor de edad.
Cuando nos enteramos que el ministro de Educación se refirió en esos términos en el contexto de las 524 denuncias formales, contra maestros por agresión a estudiantes de la provincia de Condorcanqui, región Amazonas, nos quedamos paralizados.
Esos términos han traído una serie de opiniones y comentarios de preocupación por si la cabeza de un sector tan importante en la formación de los niños, niñas y adolescentes del país, piense así. Como si tendríamos que ser tolerantes con una supuesta cultura donde la violación sexual es normal.
Justamente la anormalidad de la sociedad mestiza o indígena desde hace muchas décadas, es tomar a la mujer de cualquier edad, inclusive afectan a niños, para satisfacer sus deseos sexuales. Esto no es lo normal, tampoco es una costumbre cultural, esto es un delito criminal.
Se torna grave cuando desde el ente rector de la educación de nuestros hijos e hijas, la máxima voz actualizada lance este tipo de comentarios que debilita los esfuerzos para que los casos disminuyan. Debería renunciar el ministro o pedir perdón a las víctimas, familiares y al pueblo peruano.
Lo que se quiere es que cada vez más peruanos sean familiares o no de una víctima, realicen la denuncia del caso, que se sensibilice de tal forma que dejen de “normalizar” estos actos y se armen de valor para denunciar porque un menor de edad es vulnerable y tiene pocas posibilidades para defenderse, más cuando hay una postura de poder y de amenazas del victimario o delincuente.
Nuestros menores de edad siguen siendo la parte más débil frente a los agresores sexuales, es por ello que el Estado debe tomar medidas urgentes para que un proceso administrativo no decaiga frente a un proceso judicial, en los casos de violencia sexual. Tiene que haber contundencia para que expulsar a maestros violadores sexuales y no vuelvan nunca a las aulas.
Costumbre cultural
