Contaminación sonora

Se entiende que al vivir en una comunidad o en una urbe, de acuerdo a estudios diversos, se establecen normas de convivencia que se expresan a través de decretos urbanos o comunitarios para el mejor vivir entre los habitantes. Pero, cuando lo establecido no se respeta es el inicio del caos.
Una de esas normas se refiere al sonido que cuando excede los límites permitidos se convierte en ruido que afecta la audición y altera los nervios, porque se trata de una mezcla confusa y torpe de sonidos que la hacen percibir como desagradable, aunque muchos están como adormecidos y lo captan con indiferencia.
A nivel de Loreto, primero fue la ciudad de Iquitos la que empezó a experimentar esta situación en sus calles, donde el ruido ocasionado por las motos y motocarros son como decimos ensordecedores, pero son muy pocos los decididos a usar silenciadores en sus vehículos.
Eso, que se ha dicho hasta el cansancio y con sustento técnico por los entendidos, que quitar el silenciador de un vehículo y conducir emitiendo un horrendo ruido, no beneficia en nada a la velocidad, es una sensación, nada más, hasta ya podríamos decir: una leyenda urbana.
En este caso podemos afirmar que los conductores propietarios irresponsables de vehículos, han ganado la batalla. Aunque esta guerra figurada no está perdida, solo que necesitamos una autoridad competente que haga cumplir la ley informando y sancionando.
Y vaya que en este corolario de sucesos la ciudadanía se encuentra desamparada. Si alguien tuvo el “atrevimiento” en alguna oportunidad de intentar hacer valer el principio de autoridad y obligar a que los vehículos motos y motocarros circulen con silenciadores, fueron sutilmente chantajeados.
¿Y en qué consistía la amenaza? En que los miles de conductores no votarían en una probable nueva contienda electoral por la autoridad municipal. Y cedieron, en esa época cuando todavía había opción a la reelección. Eso estuvo pésimo. Pero, ahora que no hay esa figura tampoco actúan.
El problema es el principio de autoridad, que de momento está extraviado y no se ejerce para temas fundamentales como lograr la disminución del ruido, que ahora también lo están empezando a sufrir las capitales provinciales de la región.