Cine, educación y religión: “Volver al futuro”

Por: Adolfo Ramírez del Aguila
arda1982@yahoo.com

Los cinéfilos adultos, que hemos crecido viendo tantas veces la genial cinta de  Robert Zemeckis titulada: «Volver al futuro»  parte 1, 2 y 3, hemos aprendido, gracias a la película, a desarrollar nuestra capacidad de hacer volar nuestra imaginación (en un auto que se tele transporta) a cualquier momento del transcurrir de la humanidad. Al pasado, para verificar la verdad de los libros de historia; o, al futuro, para soñar con realidades probables que aún no han acaecido.
La trilogía del séptimo arte, dirigida por Steven Spielberg, narra la aventura de un científico (el doctor Emmett Brown) que logra inventar un auto capaz de viajar en el tiempo, e involucra a un adolescente escolar (Marty McFly) en su fascinante proyecto. Estrenada en la década de los ochenta, la famosa película, fue recordada en todos los medios de comunicación del mundo entero, porque en su segunda parte, el doctor E. Brown (Cristopher Lloyd) regresa del futuro, para advertirle al joven Marty McFly (Michael J. Fox) que vivía en el Bill Halley de 1985, de una terrible desgracia suscitado a sus hijos el 21 de octubre del año 2015 y que tendrían que «volver al futuro» (30 años hacia adelante) para evitar la desgracia.
Cuando viajan al futuro, aterrizan en el Hill Valley (Estados Unidos) del año 2015 y se encuentran con una realidad sorprendente. Los autos vuelan como aviones, las máquinas funcionan con biocombustible, existe ya la cirugía plástica, los paneles publicitarios son en pantalla 3D, los skayboard (patinetas) vuelan y la justicia es automática sin recursos de hábeas corpus ni abogados. Existen ya los drones que conducen mascotas, las zapatillas que se autoajustan a la medida del usuario y  casacas que se auto secan al instante. También ya se ha inventado el horno microondas, las comidas hidratadas, el fax, la teleconferencia en vivo y los televisores con pantalla plana que obedecen a la voz para cambiar de canales. También ya se puede identificar electrónicamente a las personas a través de su huella digital y otros Inventos impensables en el Hill Valley de 1985.
Los medios de comunicación recordaron a la película, porque muchos de los inventos soñados en la ciencia ficción de la cinta, ya existen en este año 2015. Claro, no lograron visionar que el celular y todo tipo de dispositivos conectados al internet, iban a marcar el destino actual de los habitantes de este mundo. Un presentador de la televisión norteamericana, invitó a los dos protagonistas principales de la película (Marty McFly y el Doc), a manera de recordar el viaje al futuro, el pasado 21 de octubre del 2015, mezclándose la realidad con la imaginación.
Los amantes a las películas de ciencia ficción entonces, hemos estado de plácemes. Si bien es cierto que aún nuestra capacidad científica actual, no ha logrado inventar una máquina que viaje en el tiempo, estamos seguros que los avances tecnológicos de esta era del conocimiento, seguirán dándonos sorpresas. Nada está descartado. Ojalá que nuestro potencial cognitivo, no nos lleve a la autodestrucción total, que borraría toda posibilidad de futuro.
Mis alumnos de la Institución Educativa en donde trabajo, que han visto ya la película (a pesar de ser un clásico del séptimo arte) les propuse «volar en el tiempo» e imaginar lo que podría ser el mundo del 21 de octubre del año 2045, a 30 años más de nuestro actual 2015. Permitiéndoles que desarrollen su capacidad de visionar, la primera broma que me hicieron fue que en ese año (yo tendría 80) prometen visitar mi tumba en el Cementerio Los Ángeles de  San Juan. Tomando con buen humor sus cálculos del futuro, les dije que voy a intentar dar la sorpresa de ser testigo viviente de esa fecha, y que me voy a preparar desde ahora, para durar 30 años más.
Nos pusimos también a visionar con la sociedad que quisiéramos, la Iglesia que soñamos y el futuro familiar y personal que cada uno quisiera lograr hacia el 2045. Les hice escribir para que quede registrado en sus archivos personales, su proyección a 30 años más; y llegado el día, verificar que no nos hemos equivocado tanto. Pidiendo permiso para compartir sus escritos, mis alumnos en este ejercicio de prospección, desean un mundo más humano, una sociedad con más oportunidades y una Iglesia para todos.
Me voy a centrar en sus sueños eclesiales y familiares. Mis alumnos, quisieran que en el 2045, la Iglesia tenga pastores y sacerdotes más buenos  y no malagracias; que se den con todos y no solo con sus conocidos. Quieren una Iglesia que no tenga puertas y que sea como un tambo loretano a donde entremos en confianza solo con decir un uuuuuhhh y no haya perros guardianes en las casas parroquiales. Sueñan con una Iglesia que nos testimonie al verdadero rostro y proyecto de Jesús.
Visionan con tener una familia que no ha cometido los mismos errores de sus padres. Quisieran que en el 2045 sean ya profesionales y estén en un buen trabajo, ganando lo justo. Se ven ya casados con el amor de sus vidas y con tres o dos hijos, no más. Viven ya en su propia casa, una casa muy bonita con todas las comodidades básicas, en donde sus hijos sean felices, lejos de las drogas, lejos de la delincuencia y del dinero fácil. No se ven separados o divorciados, aspiran a no equivocarse de pareja y sueñan con una familia en donde reine la paz, la comprensión y más que todo el amor.
Bueno, ojalá pueda ver ese mundo con una familia y una Iglesia renovada. Terminé la clase, orando para que ese mundo soñado lo construyamos desde ahora. La película «Volver al futuro» termina, cuando es destruido totalmente el auto DeLorean, la máquina del tiempo; la novia de Marty McFly pregunta al Doctor Brown sobre el fututo, y él contesta: «Tu futuro todavía no ha sido escrito, ni el de ninguno, tu futuro es el que tú te formes, así es que háganse uno bueno para los dos.» Así terminé también mi clase, invocando a mis alumnos a empezar a construir ese porvenir que soñamos, porque en nuestras voluntades y decisiones está el destino posible. Amén.